domingo, 30 de octubre de 2011

11 de octubre

Al llegar a casa me ha extrañado no oir la cháchara contínua de mi abuela hablando con Pascualita. Creyendo que no estaban y he tenido un subidón de adrenalina ¡sola en casa! ¡que alegría!...Pero al llegar al comedor, mi gozo en un pozo. allí estaban las dos... en silencio. La abuela estaba tejiendo algo, muy concentrada en su labor y Pascualita, subida al borde de la pecera, la observaba con sus ojos saltones, muy atenta al movimiento de las agujas.
No quise interrumpir la paz del momento, así que me senté en el sofá con un libro entre las manos y a los pocos segundos ya estaba enfrascada en él. No se el tiempo que pasó hasta que me sobresalté, grité y el libro salió volando... ¡¡¡Ya está, Pascualita!!!
Aturdida, pregunté con voz entrecortada - ¿Qué... qué es lo que... pasa, abuela? - "¡Mira que funda más bonita le he hecho a la sirena!" - y me enseñó lo que acababa de tejer: algo, azul y blanco, que parecía una funda de botella - ¿Qué es eso? - "Una funda para el termo de Pascualita con los colores de nuestro (¿nuestro?) equipo porque este domingo nos vamos las dos al fútbol" - se quedó mirándome como si fuese un bicho raro - "¿Sigues sin comprender, alma de cántaro? ¡Son los colores del Baleares! Vamos a ir al campo a animar al equipo porque el domingo puede subir de categoría. Me he comprado una camiseta y Pascualita no iba a ser menos!"
Yo flipaba oyéndola. Esta mujer estaba peor cada día. Le gustaba rozar la línea roja, temerariamente, sin pensar que, si la cruzaba nos quedábamos sin la sirena. La descubrirían y su vida se convertiría en un infierno, encerrada en un laboratorio secreto donde harían mil pruebas con ella hasta volverla del revés como un calcetín.
¡No te llevarás a Pascualita al fútbol y menos a un partido de riesgo! No ves que se puede montar una tangana cuando menos te lo esperes ¡Antes la tiro al mar que es lo que tendría que haber hecho el primer día! - La abuela se levantó de un salto (hay que ver lo ágil que está cuando quiere) amenazándome con su temible dedo acusador - "¡¡¡Por encima de mi cadáver!!!" - Y luego hizo algo más horrible aún, se volvió hacia la pecera mientras seguía señalándome - "¿La has oído, Pascualita? No quiere que vayas al fútbol. Es una egoísta, solo quiere divertirse ella y a las demás que nos den morcilla" (¡que arte tiene para tergiversar las cosas!) - La sirena fijó en mí sus ojos de pez mientras los dientes amenazaban con salirse de la boca - "Con lo bonito que me ha quedado el forro que te he hecho. ¡Es una amargada que disfruta amargando a los que están a su  lado!" - Pascualita subía y bajaba dentro de la pecera una y otra vez, luego dio vueltas, cada vez más rápidas hasta que, tomando impulso, salió despedida hacia mí con la dentadura hacia afuera y la boca abierta. Fue una visión terrorífica ¡me estaba atacando un pequeño tiburón con los dientes llenos de veneno! Tuve una reacción de defensa instantánea. Le di un manotazo al bicho en pleno vuelo y se estrelló contra el sofá. Solo perdí un segundo para observar que la sirena se movía y me fui a la calle a toda velocidad.
El domingo, tal como lo había planeado, la abuela fue al fútbol con Pascualita, ambas vestidas de azul y blanco. Y tal como había pronosticado yo, hubo tangana (estoy por decir que provocada por la abuela ya que le tocó sentarse junto a los seguidores del equipo contrario) Varias horas después de terminado el partido no habían vuelto a casa. Yo había llamado a los hospitales, clínicas y a la policía. Allí fue donde me dijeron que, de momento, estaba detenida. Pasé toda la noche allí, sentada en un banco duro mientras esperaba que las soltasen... a las dos. Finalmente, cerca de las ocho de la mañana, la abuela salió acompañada de un guardia y con el termo colgado del cuello ¡menos mal! Cuando me vió noté que se alegraba y dio una palmadita al escondite de Pascualita como diciendo ¡está aquí!. Ya en la calle, me cogió del brazo y muy contenta, dijo: "Te invito a desayunar. Vamos a ese bar que tenemos que celebrar ...- la miré atónita ¿el qué? me preguntaba - ¡que hemos subido de categoría!"

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