domingo, 30 de octubre de 2011

21 de octubre

Estoy que trino contra la abuela. No deja de mirarme con cara de cachondeo y a mi eso me repatea. ¿Cómo iba imaginarme que El Funeral era una cafetería? Para fastidiarla le he dicho que, con la edad que tiene, lo más lógico es que se pase los días de funeral en funeral por sus amigos. Se ha reído en mi cara: "¡Ilusa! antes te enterraremos a tí. ¿No ves que tenemos el espíritu más joven que tu?" - Lo malo es que tiene razón. Tienen una energía que ya quisieran para sí muchos y muchas de los que ahora tienen veinte años. Claro que no se lo he dicho. Solo me faltaría alegrarle la oreja.
De repente Pascualita ha dado un salto y ha caído sobre la mesa. ¡Menudo susto nos ha dado! La abuela ha ido a cogerla pero se ha echado atrás en seguida - ¿Qué pasa? ¿por qué no la coges? - "Porque está lanzando dentelladas a diesto y siniestro" - ¡Vaya!. Que raro que te lo haga a tí... Voy por el guante de acero y las gafas, por si acaso - Intenté cogerla con cuidado pero era una fiera así que me dejé de contemplaciones, la agarré y volví a meterla en el agua. Pareció calmarse pero un rato después volvió a saltar como si se entrenara para las olimpiadas y quisiera batir algún record y otra vez cayó fuera de la pecera, llegando hasta el sofá donde yo estaba sentada leyendo. Me levanté de un brinco, por si las moscas - ¡¿Que le pasa a este bicho? ¿Nos está atacando?!... La pobre debe estar neurasténica desde que va a esos sitios raros que frecuentas. - "Oye, a mi no me cargues el muerto (jijijii). Algo le habrás hecho tú porque no suele comportarse mal" - No empieces a darme la culpa. No le he hecho nada, salvo velar por su salud aunque la mental seguramente esté deteriorada gracias a tí... ¿Por qué no hacemos una buena obra y la reintegramos al mar? - "No vuelvas a marearme otra vez con tus sermones, pesada. Pascualita no quiere separarse de nosotras ¿Qué crees que le pasaría si la soltaramos, sin más, en medio de tanta agua, eh, lista? - Para empezar, no se ahogará y con nosotras ha estado ya muchas a veces a punto de hacerlo. Y por otro lado, supongo que se alegrará muchísimo de volver con los suyos - "¡Pero si no llegará, alma de Dios! Se la comerán antes las gaviotas, los cangrejos, los pingüinos, los tiburones..." - ¡Caray! no me figuraba que un bicho tan pequeño diera para llenar la barriga de tantos, jajajaja - ¡No te rías de tu abuela, jodía!" - A todo esto Pascualita saltaba fuera de la pecera tantas veces como la metía. Mirándola con más tención ví que, mientras estaba tendida en la arena del fondo, se llevaba las manitas a la cara y que uno de sus carrillos estaba un poco hinchado - Ya se lo que le pasa ¡tiene dolor de muelas! - Menuda papeleta porque no podíamos llevarla al veterinario. Como siempre, la abuela encontró la solución - "Ahora mismo llamo a mi amiga Fuencisla, que es curandera y esto lo arregla en un pispás" - ¡No puedes! - "¿Cómo que no? Mira..." - después de marcar el número me dijo, conciliadora - "No dirá nada". Un cuarto de hora después, una mujer gorda, baja, con el pelo rojo como el fuego, de la edad de la abuela y pintada como una puerta, entró en casa como un vendaval directa hacia mi: - ¡Abre la boca, cariño, que esto te lo arreglo en un santiamén, pobrecita mía! - La abuela la sacó del error - "Tu paciente está en la pecera" - Puso cara de estupor y de ahí pasó al asco: ¿Qué es eso? - "Un ser que está sufriendo horrores. Cúralo y ya hablaremos después" - Le ofrecí el guante de acero para que no se quedara sin dedos. La mujer lo rechazó (esta no sabe con quién se la está jungando, pensé). Sacó unas estampitas, unas velas, dijo unos rezos, tocó varias veces la pecera y finalmente a la sirena cuando ésta subió a sentarse en el borde tan tranquila como siempre. - ¡Ya está! ¿Ahora vas a decirme qué es lo que acabo de curar? - "Siéntate porque es una larga historia" mientras tanto puso la botella de chinchón y dos copas sobre la mesa. Media hora después la curandera roncaba a pierna suelta sobre el sofá sin dejarnos escuchar la novela. - "Cuando se despierte no recordará nada. Pon la pecera en tu cuarto" - ¿Por qué no te has dormido tu también? - "Yo he bebido agua de la botella que tengo debajo de la silla y ella chinchón mezclado con ginebra y vodka. Tu abuela es vieja, niña, pero no tonta"

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