domingo, 30 de octubre de 2011

29 de septiembre

¡Código rojo, código rojo! Ha faltado el canto de un duro para que descubrieran a Pascualita. La abuela sigue haciendo caso omiso de mis advertencias, dice que tiene mucha más experiencia que yo en todo porque es muy mayor pero no se da cuenta de que tiene en las manos, mejor dicho, en el termo, un especímen extraordinario que cualquier científico daría lo que fuera por tenerlo en su laboratorio y estudiarlo a placer.
No se le ocurrió otra cosa que llevar a la sirena a visitar un acuario "para que vea a sus amigos".  A la hora que fue aquello estaba lleno de niños que habían ido a hacer la visita con sus maestros, cosa que la alegró porque, pensó que nadie se fijaría en ella al tener que estar pendientes de los críos. De modo que se paseó tranquilamente por las salas, abrió el termo y dejó que Pascualita mirara a sus anchas. El bicho, con sus ojos saltones e inexpresivos, parecía pasar de todo hasta que algo llamó su atención, la abuela no supo decirme el qué pero, apoyando sus manitas en el borde del termo, salió disparada contra el cristal de la enorme pecera, con la boca abierta y los dientecitos de tiburón hacia adelante ¡vamos, una fiera corrupia!
El golpe la dejó turulata y después de estrellarse contra el cristal, lo hizo contra el suelo pues los reflejos de la abuela fueron lentos. La abuela empezó a gritar: ¡Pascualita, hija (¡hija!)! ¿te has hecho daño?. ¡Espera, que te cojo! ¡esconde los dientes, jodía! Y allí estaban las dos dando la nota: una que es escurría sobre las baldosas, la otra que gritaba mientras daba saltos de un lado a otro intentando cogerla por la cola. Y a pesar de lo trágica de la situación hubo quién la aplaudió: los niños que se acercaron a ver que pasaba. Creyeron que la abuela era parte del personal del acuario para entretenelos y se partían de risa. La apoteósis final llegó cuando la abuela se tiró en plancha sobre la sirena y en un visto y no visto, la introdujo en el termo. Ahí recibió una cerrada ovación. Ella, muy puesta y mojada porque en el termo no quedó ni una gota de agua, saludó como una experta actriz y salió del recinto a toda pastilla... hacia la playa más cercana a llenar el termo de agua de mar.

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