lunes, 12 de diciembre de 2011

 La abuela ya ha empezado a celebrar la Navidad y esta tarde se ha juntado en casa el grupo de amigos del Funeral. Desde el escándalo del otro día, el dueño no quiere más jaranas así que me temo que estas visitas escandolosas volverán a repetirse. Tendré que ir pensando en mudarme de piso.
Un bonito mantel, bandejas con bocadillos, turrones, polvorones, coca ola, naranjada, ginebra, vodka y chinchón. Todo sobre la mesa del comedor, que la abuela ha colocado con esmero, esperaba a los comensales que han entrado en tromba y la casa ha dejado de ser un oasis de paz. Gritos, risas, atragantamientos, un constante ir y venir al cuarto de baño y la petición unánime de hacer un recorrido por la casa "para conocerla" . Ante el peligro de que descubrieran a Pascualita he cerrado con llave la puerta de mi cuarto y me la he guardado en el sostén. La puerta, cerrada a cal y canto, a disparado las ansias de cotilleo - ¿Qué guardas aquí.  Porque no podemos verlo? - "Es el cuarto de mi nieta. No le gusta que nadie husmée en sus cosas, ni siquiera yo. Ya sabéis lo rara que es. ¡Ay! es la cruz que me ha tocado llevar en esta vida" - ¡Que bonito! tiene un arte especial para dejarme como un trapo delante de la gente.
Han jugado a todo: al bingo, al parchís, a las cartas, mientras, el jaleo iba subiendo de tono a medida que bajaba el líquido de las botellas. Sobre las once de la noche he dicho basta - ¡¡¡Basta!!!- Me ha oído todo el mundo desde un extremo al otro de la calle pero los de casa, no, porque estaban enfrascados en una discusión. La abuela les hablaba de ¡sirenas!. Había montada una polémica entre los que creían en ellas y los que no. No se entendía muy bien lo que decían entre hipos, risas y balbuceos, de todas maneras permanecí alerta mientras hacía el recuento de los taxis que debería llamar cuando esta tropa decidiera irse porque ninguno estaba para conducir. La cosa se puso fea cuando la abuela se levantó, dio un puñetazo en la mesa y tambaleándose, dijo - "¡Sí que existen ... ¡hip!... y os lo voy a... demostrar!... ¡Dame la... ¡hip!... llave!" - me ordenó. La cosa no pintaba bien. - "¡Eso - señaló la bañera rosa - es su... pisciiiina!" - Como no vio intención por mi parte de obedecerla, gritó - "¡Derrrrriiiiibemos su ... ¡hip!... puerta!" - Y allá que se fueron todos hacia mi cuarto,  haciendo, de camino, una nueva parada en el baño. Aporreaban la puerta entre risas y gritos como si se tratara de un nuevo juego. Llamaron al timbre de la puerta. - ¡¡¡Policía!!! - Una pareja de municipales, mandados por los vecinos, irrumpió en casa siendo jaleados por los incansables ancianos - ¡guapos! ¡tios buenos! ¡óle, y óle! ¡viva el cuerpo de policía! -  En un santiamén fueron rodearos e invitados a beber los restos de las botellas. Yo estaba abochornada. - ¿Qué eran esos golpes que se oían? - Querían entrar en mi cuarto, agente - "¡Que diga lo que... ¡hip! guarda allí ... - dijo la abuela - ya verá como se ... cae de  cuuulo cuando ... ¡hip! se entere jajajajaja ... ¡Una sirena! Muy peli... grosa. ¡Muerde! jejejejeje ¡vaya si ... ¡hip! muerde... jejejeje!" - Viendo su estado los guardias no le hicieron caso. - No son horas de estar haciendo ruído. Venga, cada mochuelo a su olivo. Y no se les ocurra coger el coche.
Que alivio cuando nos quedamos solas. Me fui derechita a la cama, ya habría tiempo de recoger la casa mañana, con calma, porque parecía que por allí había pasado el caballo de Atila, sin embargo no me he podido dormir a causa de lo último que me ha dicho la abuela - Esta noche Pascualita dormirá conmigo que aún eres capáz de emborracharla. ¿No te da vergüenza lo que has hecho? - "Que sosa... ¡hip! eres... Me quedan dooossss... teledia... rios... ¡hip! ... y no pienso desperdiciar el... ¡hip!... tiempo"

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