jueves, 22 de diciembre de 2011

¡El frenesí navideño ha invadido mi casa! Cuando pensaba que ya no cabían más brillos, colgantes, flores de Pascua y adornos en el Arbol, la abuela ha sido capáz de convertir nuestro hogar en el escaparate de aquellas viejas tiendas del Oeste en las que había de todo y amontonado. Ha comprado un tablero enorme que ha puesto sobre dos silla y ha montado un nuevo Belen, dice que el otro era "muy poca cosa". Apenas hay sitio para pasar. Cuando venga la familia a duras penas que podremos sentarnos a la mesa del comedor.
Pascualita se lo pasa bomba. Sigue el ritmo del soniquete del sorteo de Navidad con la cola y batiendo palmas. Cuando sale un premio gordo la abuela da un grito y se lanza histérica a apuntarlo en una libreta entonces Pascualita, que no entiende nada, se zambulle hasta el fondo del "acuario" asustada.
La abuela se ha fijado en mí - "¿Qué haces ahí parada? ¡Límpia la bañera de Pascualita!" - ¿¡Yoooooo!? -   ¡Ni hablar! que la límpie ella! Ya le podrías haber enseñado cosas útiles en vez de esas tonterías para reiros de mí. Además, si me arrimo me atacará y no quiero pasarme las fiestas con un ojo a la funerala - "¡Eres vaga hasta decir basta! Con lo vieja que soy y tener que hacerlo todo yo... no hay derecho" - No empieces con tus teatrerías. Dale un trapito al bicho ese y que vaya limpiando, si viene de tí pensará que es otro juego y verás que límpia deja la bañera.
Llamaron a la puerta - ¡Policía, abran! - Abrí la puerta mientras la abuela se cuidó de esconder a Pascualita - "¡Hola, agentes! ¿Vienen a por el aguinaldo?" - les soltó tan pancha. Los policías pasaron por alto el intento de soborno y echaron un mirada en derredor quedándo boquiabiertos al ver tal cantidad de iconografía navideña. No sabían por donde empezar a meter mano. - ¿No se han pasado un poco con todo esto, señora? - "¿Les gusta? Cuando llega Navidad, como total es una vez al año, quiero que se note. Incluso me pongo un pijama de Papa Noel para dormir. ¿Ustedes también?" . Yo estaba preocupada porque no sabía qué había hecho con Pascualita así que esperé el momento oportuno para preguntárselo - "En el Belen" - me dijo pero sin concretar "dónde". Estaba tan cargado de pastores, animales, piedras, arena, harina, musgo, ramas de pino, trozos de corcho que parecía una página de Busca a Wally en la que nunca encuentro nada. Tampoco los guardias habían tenido éxito. Se reunieron con nosotras delante del Belen y la abuela les ofreció una copita de chinchón que rehusaron. Mientras hablaban, por el rabillo del ojo creí notar un suave movimiento en el Pesebre. Mis nervios se tensaron. ¿Pascualita había movido la cola? ¡Y lo seguía haciendo! La abuela la había colocado en el lugar del Niño Jesús, tumbadita entre pajas, calentita por la luz de la pequeña bombilla que alumbraba el Nacimiento ¡Vamos! que si no fuera porque debía zambullirse para respirar, la tía se quedaba allí a vivir. Menos mal que los guardias estaban entretenidos con la charla de la abuela. Cuando salían camino de la puerta de la calle oí como uno comentaba - Vaya Niño Jesús más feo que han puesto éstas. ¡Seguro que lo han comprado en los chinos!

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