domingo, 11 de diciembre de 2011

Entra la abuela en casa como una exhalación (no sé de dónde saca la energía) - "Como siempre, tengo que enterarme de las cosas por los demás porque eres incapáz de abrir la boca  ¡Estamos a pocos días de Navidad y no me habías dicho nada!" - ¿ Es que no has visto las luces adornando la calle? - "¡Claro que las he visto pero creía que eran las del año pasado!" - Es que son las mismas pero las han encendido ahora - "¡Ah, sí! pues no me había fijado... ¡Venga, vamos a hacer la lista de lo que tenemos que comprar!" - Ahora le han entrado las prisas y me va a dar la lata hasta que esté todo a su gusto.
Horas hemos estado con la dichosa lista, quitando y poniendo. Se emociona pensando en las comidas exquisitas que va a hacer para la familia ¿qué familia? si somos cuatro gatos que solo nos vemos en Navidad porque vienen a pegar la gorra. Me ha costado mucho hacer una buena  criba. Además, siempre acaba haciendo lo mismode todos los años porque, en el fondo, es muy respetuosa con las traiciones: entremeses, sopa rellena, porcella, ensaïmada, turrones y cava. Las castañas ya no las quiere ni ver desde que le costaron un diente hace unos años y tuvo que ir mellada durante un tiempo, por supuesto, el mismo que estuvo sin pisar el Funeral.
Hemos vuelto del super cargada (yo) como una burra, ella llevaba 3 tabletas de turrón,  polvorones y mantecados y los ha colocado en una bonita bandeja - ¿No es un poco pronto para eso? - "No. Me gusta tenerlo todo a punto" - Ya, pero es que aún faltan... - "¡Chitón! Quiero que Pascualita vea lo que es la Navidad y la disfrute con nosotras. Voy a buscarla mientras tú sacas las figuritas del Belen y el árbol" - La abuela le enseñó a la sirena los dulces que habíamos traído y de todos le daba explicación. Sonó el timbre de la puerta al tiempo que oímos ¡Policía! - "¡¿Otra vez?!" - La abuela fue a abrir sin darse cuenta de que llevaba a Pascualita en la mano - ¡¡¡Abuela!!! - volvió sobre sus pasos y la soltó en la bandeja de los dulces, amanontonando unos cuantos sobre ella. - A ver ¿dónde tienen a ese bicho? - oí decir mientras las piernas me temblaban. La abuela conservó su aplomo y se comportó con naturalidad - "¡Que perra han cogido con eso!" . Como las otras veces, miraron por todo sin encontrar nada. Antes de marcharse, uno de los agentes se fijó en la bandeja - Hum, polvorones. Con lo que me gustan... - "Coja uno agente, no se corte" - dijo tan fresca mientras un sudor frío me subía por la espalda porque veía los ojos saltones de Pascualita a traves de los envoltorios y también sus dientes mientras los dedos del agente se acercaban al escondite. En un impulso cogí unos cuantos dulces, variados, y se los tendí amablemente - Tenga. Para todos, así no les da usted envidía a sus compañeros jejejeje - Medio minuto después estábamos solas. - Abuela, tu insensatez acabará matándome de un infarto - "Buscaré una foto en la que estés, más o menos bien, porque no eres fotogénica y la pondremos en la pared de los finados del Funeral como un favor especial por ser mi nieta". - ¡Encima tendré que darte las gracias!

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