viernes, 23 de diciembre de 2011

¡La abuela flipa en colores! ¡Está como loca desde que ha visto en la tele un reportaje sobre el Dúo Dinámico!  Ya no se escuchan en casa los villancicos sino Quice años tiene mi amor, Quisiera ser, etc, etc. a toda pastilla y contínuamente y eso no hay ni cristiana ni sirena que lo aguanten. Y lo peor es que ella las canta a grito pelado ¡a ver si se queda afónica de una vez y nos deja en paz!.
Ha sido fan de ellos desde que empezaron. Ya le cogió mayor, estaba en la treintena pero se sentía una jovencita cuando cantaban Quince años... Su juventud fue triste y gris por los años en que le tocó vivir, por eso, cuando Manolo y Ramón saltaron a la fama sintió que una ventana se abría y dejaba pasar el aire fresco. Todo esto está muy bien  pero ¿somos Pascualita y yo culpables de que lo pasara mal? Ambas decimos que no. Entonces ¿a qué viene torturarnos de esta manera? Ni la tele se oye. Han venido algunos vecinos a  decirnos que bajáramos los decibelios porque las paredes amenazaban con agrietarse. ¡Por Dios, que tostón!
Pascualita se ha refugiado en el barco hundido del fondo de su "acuario" y lo ha tapado con algas y yo he optado por irme a la calle ¡hasta el final de la misma se oye ¡Resistiré! Entonces me he dicho que yo también resistiré y no dejaré mi casa ¡lucharé contra la abuela con sus propias armas! He ido hasta el Funeral a dar un vistazo al ganado que había allí en esos momentos y he elegidoa Enrique, un señor de muy buen ver, que en ese momento estaba leyendo el periódico. Después de preguntarle si conocía a la abuela y ver como sus ojos hacían chirivitas, le persuadí para que me acompañara a casa a levantarle el ánimo "a la pobre" - Estas fiestas la deprimen ¿No le haría usted ese favor a su amiga? - ¡De mil amores! - Al llegar a mi calle la música del Dúo Dinámico le abofeteó en plena cara - ¿Quién pone esto tan fuerte? - Ella. No sabe qué hacer con su cuerpo cuando está apática y hoy le ha dado por esto. He comprado esta botella de chinchón. Diga que se la regala porque es Navidad,  la alegrará.
No nos oyó entrar pero, en cuanto vió a Enrique se le acercó bailando al compás de Lolita y él no se hizo de rogar. Luego estrenaron la botella de chinchón y brindaron por lo divino y lo humano sin dejar de bailar en ningún momento, Finalmente sonó Hojas verdes y el baile se hizo tan íntimo que los dejé solos. El tiro me había salido por la culata. Eso sí, aproveché para bajar el volúmen y dejarlo casi a cero. No se dieron cuenta. Pascualita se sentó en el borde de la bañera rosa, aliviada. Ambas lo estábamos, eso nos acercó y en un arranque inexplicable, la cogí en mi mano con ternura para que supiera que estamos en tiempo de Paz y que debemos dejar de lado los malos rollos. Pero se ve que en el hábitat de las sirenas no saben nada de la Navidad, que se la trae floja, vamos. Sin darme cuenta yo también cantaba una canción del Dúo Dinámico al tiempo que la mecía siguiendo el ritmo. La pobre Pascualita solo necesitaba una gota para que rebosara el vaso de su paciencia (que es poca) y eso lo colmó . Impulsándose con la cola saltó a mi cara, se colgó de una oreja y mordió con toda la rabia que llevaba dentro. Yo sabía que ese mordisco era para mi abuela pero no me consoló en absoluto el saberlo. Grité de dolor, llorando como una Magdalena,  intentando arrancar al puñetero bicho que no paró de hincar los dientes hasta que arrancó un pedacito del lóbulo. Sin ningún miramiento tiré a la sirena al agua esperando que se abriera la cabeza contra el barco hundido ¡había desaparecido de mí el Espíritu de la Navidad dejando paso al Espíritu Asesino! Un rato después, más calmada y con la oreja como un pimiento rojo, me asomé a ver a la pareja. Seguían bailando lentamente, sin enterarse de que la música ya no se oía ¡Ni siquiera habían oído mis gritos lastimeros! La abuela siempre tiene la suerte de cara .

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