jueves, 12 de enero de 2012

He estado tan furiosa por el desapego que me muestra la abuela que he volcado mi mala uva en poner al día a Pascualita sobre lo peligroso que es, para ella, el hombre que vendrá a cenar esta noche. Ya sé que no me entiende y que se aburre escuchándome. Se ha pasado la mayor parte de mi discurso escondida en el casco del barco hundido, como quién oye llover.
Viendo los preparativos de la cocina alguien pensaría que han vuelto las Navidades - ¿Pero no dices qué estamos en crisis y hay que mirar hasta el último céntimo de euro cuando vamos a comprar? ¡Estás tirando la casa por la ventana! - "¡Invierto en tu futuro, alma de cántaro! ¿No sabes que a la mayoría de los hombres se les conquista por el estómago?" - ¡Hace muy pocos días que se acabaron las fiestas y la mayoría de la gente aún está haciendo la digestión! - "Déjame a mí que, de estas cosas entiendo más que tú"
En cuanto los olores que salen del horno han llegado al 4º piso, la Cotilla se ha plantado en casa. - ¡Hum! creo que me apuntaré a comer con vosotras - ¡Solo me faltaba esto! - Oye, ¿tu nieta no estaba afónica?  - "Si quieres puedes quedarte aunque te advierto que el menú consiste en sopas de ajo con huevo y unas sardinas con pimientos fritos" - No es esto lo que he olido - "Es la cena. Tenemos invitados." - ¡Vaya! ¿Masculinos? - "Pues sí. Y hasta aquí puedo leer jajajaja" - ¿No me los vas a presentar? ¡Menuda amiga! - "No somos amigas, solo vecinas" - En vista de que no había nada que rascar, la Cotilla se fue y al llegar a la puerta gritó - ¡Os han echado un papel... es el dibujo de un ojo...! - Llegué rauda como un tren expreso, se lo arrebaté con malos modos y cerré la puerta tras ella.
Llegó la noche y con ella Andresito y su hijo el médico. No puedo negar que es un tipo atractivo aunque no me he fiado de él.  Demasiado amable.  La abuela, envalentonada por el amor que le profesa su amigo,  ha cenado con el termo (y Pascualita) colgado del cuello. La velada ha transcurrido bien hasta que el médico ha preguntado el por qué de llevar ese armatoste - "Es mi medicia contra el asma" - Vaya, eso me interesa ¿qué es? - y antes de que pudiera responder se lo ha arrebatado. Visto el descaro del hombre, le he dado un soplamocos que le ha puesto la cara del revés. Andresito se ha quedado blanco, haciendo juego con la abuela que aún no había reaccionado. El médico y yo hemos luchado por el termo y haciendo suyo el lema que dice que en la guerra y el amor todo vale, me ha estampado un beso de tornillo aprovechando la cercanía. Esto me ha hecho bajar la guardia, momento que él ha quitado el tapón. entonces, desesperada, he gritado - ¡¡¡Es el malo. Es el malo!!! - Pascualita ha saltado como un resorte hasta la naríz del médico y ha dado buena cuenta de ella. Antes de que nadie la viera, porque todo ha sido muy rápido y Andresito seguía  conmocionado, la he arrancado de allí (con el consiguiente estropicio y gritos desesperados del herido) y la he escondido en mi escote. - ¿Qué a pasado, querida? - "No lo sé, Andresito. Estoy tan sorprendida como tú" - mintió como una bellaca.
Más tarde y algo más calmados, el médico reconoció que lo que mordía debía de ser un ente de otra galaxia, algo invisible y peligroso a juzgar por las proporciones que iba tomando su naríz. En cuanto se fueron, las tres brindamos con chinchón. No era para menos.

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