domingo, 29 de enero de 2012

¡Que frío! Menudo día de perros. Hoy toca tele, manta, tele, cartas, tele, más manta y la estufa bien pegada a la espalda que la retaguardia suele estar siempre como un témpano.
He oído como repiquetea la tapadera de la olla en la cocina. La abuela está preparando un cocido de toma pan y moja, de los que levantan un muerto y hoy se agradece infinito.
Hasta Pascualita está helada así que hemos trasladado el "acuario" a la cocina para que entre en calor y de paso que aprenda esta receta tan rica. La abuela se encarga de explicársela paso a paso. - ¿Puedo tomar una tacita de caldo? - ¡Hum, que rico! con garbancitos y todo. La sirena también ha probado el caldo, faltaría más y no le ha hecho ascos ¡como que no es tonta la tía! Luego hemos rematado la faena con una copita de chinchón y como por arte de magia ¡se nos ha ido el frío! Solo por cosas como éstas es agradable el invierno.
La alegría dura poco en casa del pobre y en mi casa no vamos a ser menos. La Cotilla ha venido de visita y de paso a ver si le cae un plato de comida (la abuela dice que soy una mal pensada) - Desde mi casa se huele ¿es cocido?... hace tanto tiempo que no lo como... claro, como vivo sola y más ahora, sin Ataúlfo ... - ¿No me diga que su pez se ponía morado de pringada? - ¿Te das cuenta de la extraña manía de tu nieta? hablo contigo y contesta ella. A eso se le llama el síndrome de la mala leche - "No le hagas caso, ya sabes cómo es" - (¡gracias, abuela, con amigas como tú para que quiero enemigos !)- "¿Te quedas a comer? Hay para todas" - (¡¿Quééééé?!)" - Pues..., no sé que decirte... como aún estoy de luto por el pobre Ataúlfo... - No se preocupe que no se enterará, jijiji (salté, rencorosa) - Por una vez tiene razón tu nieta. Vale, me quedo. -
Mientras ponía la mesa sonó el teléfono y la abuela gritó: "¡Pon dos cubiertos más. Vienen Andresito y su hijo!" (¿Pero no íbamos a tener un día de lo más tranquilo?) - ¡Vaya, que suerte! Voy a ver vuestros novios juntos - se alegró la Cotilla.- Un poco antes de que llegaran los invitados sonó el timbre de la puerta - Blas, el parado, entró en casa con una ligera timidez - Hola, pasaba por la acera y me ha llegado un olor a cocido que solo podía salir de ésta cocina y me he dicho... - Sí, hijo, pasa. Pondré otro cubierto. -
Aunque no lo parezca, me encanta ver la casa llena de gente. Solo hay que tener cuidado de que no descubran a Pascualita. Estoy segura de que tendremos un domingo de lo más agradable, con partida de cartas y chupitos de chinchón incluídos. - "¿Has puesto a la sirena en la pecera de tu cuarto?" - No... ¿no lo has echo tú? ... ¡Ay, Dios mío! ¿Dónde estará? - La descubrí en la bandeja de la carne y los garbanzos abrazada a un trozo de tocino. Ni qué decir tiene que fuí la más rápida en servirme. La Cotilla se enfadó - ¿Piensas quedártelo todo?... A los demás también nos gusta el tocino - Por toda respuesta me lo guardé en el bolsillo del delantal ante la sorpresa de todos.

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