jueves, 23 de febrero de 2012

Hasta la mañana siguiente no pude preguntarle a la abuela que le había parecido su "suegro". A ella le gusta trasnochar y a mí no. Ella se levanta fresca como una rosa y yo hecha unos zorrros. Pero al día siguiente, mientras comíamos, saqué el tema. No parecía muy contenta - ¿Qué pasó? - "Nada... me lo presentó y ya está" - ¿Cómo que ya está? Dime al menos cómo es ese señor. De qué hablásteis, en fín, cuéntame algo - "No hay mucho más que contar" - No te gustó, ya lo veo - "Ni me gustó ni me dejó de gustar, solo ... me desconcertó. Jamás pensé que un hombre de su edad (105 años dijeron que tenía) fuera un salido" - ¿Un salido... sexual quieres decir? - "¿Cómo llamarías tú a una persona que te mete mano a la primera ocasión que se le presenta?" - ¡Abuela! jajajaja... ¿pero qué dices? ... si el hombre ya debe estar más allá que acá jajajaja... " - Pues se ve que mientras siga "acá" no piensa desperdiciar ninguna ocasión"

"Cuando Andresito nos presentó me dijo: "Así que tú eres la pájara que le saca los cuartos a mi hijo"  Ya puedes imaginarte cómo me quedé. El hombre vive en una Residencia y está muy bien. Estábamos sentados en una mesa de la cafetería y de repente noté que me estaban rozando una pierna, pensé que era Andresito pero no, era el padre que me tocaba con la zapatilla. Después se fijó en el broche, se conoce que Pasculita se había movido al sentir mi tensión: "¿Qué es eso tan feo que llevas puesto?... Acércate un poco más que no lo veo bien... un poco más, mujer" Y tonta de mí, me incliné y me pellizcó un pezón ¡Será guarro! No grité por no formar un escándalo" -  Yo la escuchaba con los ojos como platos - "Pascualita ha saltado como un muelle sobre el viejo y ha caído en su entrepierna. No podía dejar que le hiciera daño y menos delante de tanta gente. Andresito se había ido a la barra a pedir unos vasos de agua y se quedó parado cuando, al regresar, me vió metiendo mano a su padre, o eso al menos se figuró porque lo que yo buscaba era a la sirena, perdida entre las arrugas del pantalón intentando encontrar "algo" a lo que hincar el diente. Finalmente lo encontró y clavó la dentadura con su habitual rabia. El viejo gritó como un poseso y Andresito también - ¡Que le has hecho a mi padre!

Hasta que no se calmó un poco no nos fuímos de allí. Al despedirnos el padre le dijo algo al oído a su hijo y me lanzó una mirada pícara. Sugerí que nos fuéramos al Funeral, necesitaba una copa como el comer. Allí, algo repuesta de los acontecimientos de la tarde, le pregunté qué le había dicho el viejo - Que su pantalón ya no tenía arrugas. Que estaba encantado aunque ha sido... doloroso. No lo he entendido - Iba a contestarle cuando ha sonado su móvil - Es mi hijo. Dice que el abuelo no para de sangrar pero no quiere que lo toquen para que no se estropee el milagro... Creo que mi padre está perdiendo la cabeza - Hice una seña al camarero para que trajera la botella de chinchón. Me estaba haciendo falta.

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