martes, 14 de febrero de 2012

A las ocho de la mañana ha sonado el teléfono ¡con este frío y el mal despertar que tengo! - ¡Felicidades, guapísima! - ha dicho una voz alegre - yo he contestado, ronca, legañosa y con toda la mala uva de alguien a quién le parten el último sueño - ¡Se ha equivocado, imbécil! - y he colgado de golpe. Cuando ha vuelto a sonar lo ha cogido la abuela, ella tiene más correa y además, le gusta madrugar - "Anda, cógelo que es el Médico, el hijo de Andresito" - ¿Qué quiére a éstas horas y por qué me felicita si no es mi cumpleaños? - "Es San Valentín, boba. Venga, coge el teléfono y no desperdicies la ocasión. A ver si este año te caso" - Mira que tienes ganas de perderme de vista - Resulta que al hombre le ha encantado que lo tratara con la punta del pié de buena mañana. Luego me ha pedido que se pusiera la abuela porque su padre quería hablar con ella. - "!Pero qué me dices, Andresito. Que alegría me das!... Claro que nos veremos en el Funeral. Tenemos que celebrar la buena nueva" - ¿Te ha perdonado la faena del perro y la multa? - "¡Claro! Además, el perro ha vuelto a su casa después de dos días de libertad".
La abuela se ha pasado la mañana tejiendo una nueva funda para el termo de Pascualita. Un fondo blanco lleno de corazones rojos ¡que cursi es la pobre! - "La sirena tiene que saber qué día es hoy y así, cuando vuelva a su hábitat..." - ¡Ya sé, ya sé. Montará un Día de los Enamorados en el fondo del mar - "Me alegra ver que vas captando mis ideas"
Hoy han comido con nosotros la Cotilla (¡no sé por qué!) y Blas, el Parado. Ha sido él quién se ha fijado en que habían mordisqueado la cara de Pepe - ¿Quién le ha hecho ésto a mi primo? (se ha quejado la loca del 4º) ¡Le faltan trocitos! - No se preocupe, los rellenaré con plastilina - ¡Que poca sensibilidad tiene tu nieta! ¡Que cruz tienes con ella! - Antes de que yo pudiera mandarla a paseo llamaron a la puerta. Traían una tarta en forma de corazón con una figurita de Cupido adornándola y una tarjeta, era del Médico "Felicidades, cariño (¿cariño?) Espero con ansia una de tus gloriosas patadas en las espinillas" -
La abuela se engalanó como nunca, parecía un árbol de Navidad. Pascualita, al verse de nuevo centro de su atención, estaba encantada. De todas maneras, al pasar junto a la mesa del comedor le enseñó su terrible dentadura de tiburón a la inofensiva cabeza de jívaro. Para que supiera quién era la favorita.

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