domingo, 12 de febrero de 2012

Pepe, la cabeza jíbara, lo mismo le sirve a la abuela para un roto que para un descosido. Lo cierto es que su presencia en casa no nos ha dejado indiferentes. Por ejemplo, Pascualita está encantada con su nueva atalaya; yo no me acostumbro a tenerla en la mesa cuando estamos comiendo; a Blas, el Parado, le ha hecho gracia, dice que es una metáfora de cómo vamos a quedar los españolitos dentro de poco como sigan así las cosas. La Cotilla parece que le ha cogido cariño por aquello de parecerse a su primo y cuando está en casa la acuna con sus manos; y la abuela está felíz porque cree que la policía nos dejará en paz gracias a Pepe.
El otro día se murió una amiga de las que frecuentan el Funeral. Era una mujer muy mayor e iba en silla de ruedas pero eso no le impedía estar todas las tardes en la cafetería, jugar sus partidas de cartas y tomarse las copitas de chinchón que hicieran falta. Una sobrina la traía y a la hora convenida, la recogía. La buena mujer se murió como un pajarito mientras dormía ...- "La mona, dormía la mona porque esa tarde habíamos celebrado el cumpleaños de Enrique Pastor y no paramos de brindar. El quería que lo hiciéramos tantas veces como años cumplía pero el dueño de la cafetería dijo que no tenía tanto chinchón en el almacén. Creo que lo dijo porque no le gusta que armemos jaleo ya que la gente más jóven se molesta".
Cuando salió la abuela hacia la iglesia llevaba, en plan colgante exótico, la cabeza de Pepe - ¿Hoy no te llevas a Pascualita? - "No. Le hace más falta a él. Al fin y al cabo vamos a una misa funeral y yo se la dedicaré. No creo que le hayan hecho ninguna desde que murió y si el pobre era católico le irá bien" - ¿Y si no lo era? - Pues... no creo que le siente mal darse un paseíto por la ciudad. Además, después vamos a juntarnos todos en el Funeral a brindar por nuestra amiga y poner su foto en la pared de los Finados, así que no me esperes despierta.
A Pascualita no parece que le haya hecho mucha gracia quedarse en casa mientras que Pepe, que como quién dice, acaba de llegar a la familia, ocupa su puesto junto a la abuela. La he visto sacar, amenazadoramente, los dientes al creerse abandonada por su amiga. ¡Vaya! parece que los celos afloran.

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