miércoles, 14 de marzo de 2012

- "¡Ay, ay, ay... a este paso no veré Londres como no sea en película" - ¿Ya no hay viaje? - "¿Cómo vamos a irnos si estamos endeudados hasta más arriba de las cejas?" - ¿Qué habéis hecho? - "Que yo sepa, nada, pero si los que mandan dicen que Europa quiere más, hay que dárselo aunque no lo tengamos ¿y de dónde saldrán los cuartos para calmar al Monstruo? de los españolitos de a pie, no de los que los que van en coche, ya me entiendes... En el cuento del Sastrecillo Valiente los Gigantes (en este caso los que mandan de verdad, no el Presidente que tal y como están las cosas, incluso podría ser virtual) pedían comida en cantidades industriales hasta acabar con todo, después pidieron animales, luego personas. En el pueblo decidieron buscar a alguien que acabara con los insaciables tragones y encontraron al Sastrecillo que, aunque de lo que presumía era de haber matado a siete moscas de un solo golpe, al final resultó ser el héroe que acabó con la difícil situación que amenazaba con exterminar al pueblo entero. Y yo digo ¿¡Dónde está el Sastrecillo que nos salve!?"

- ¿Qué te ha hecho la desgraciada de tu nieta? - la Cotilla entró como un ciclón en casa y depositó una nueva llave en la palma de mi mano. Ya ni discutimos por eso - Vais a recibir una visita... es un poco inquietante pero necesaria - "¿?" - He sido yo quien le ha pedido que venga... Es  un exorcista - ¡Venga, ya, loca! - La Cotilla pasó de mí como si no existiera - Es conveniente que alguien límpie esta casa - "¡Oye, que la tengo como los chorros del oro!" - Me refiero a una limpieza de espíritus, fantasmas o almas en pena... Esta casa está llena y tienen muy mala uva. Yo misma he sido víctima de ellos más de una vez ... y vosotras... así que he decidido ayudaros a eliminarlos - ¿Y no tiene nada que hacer en su casa en lugar de meterse en la ajena? - Necesitáis ayuda como el comer... por cierto ¿qué vas a hacer hoy? - Sonó el timbre de la puerta - ¡Es él! - Mientras yo iba a abrir seguida de cerca por la Cotilla, la abuela aprovechó para meter a Pascualita en el termo y colgárselo del cuello - El aspecto del hombrecillo vestido de negro me ponía los pelos de punta.

Un rato después de que el exosrcista se paseara por las habitaciones rezando letanías y dejándolo todo mojado de agua bendita, se giró hacia la abuela y a bocajarro, le preguntó - ¿Qué lleva ahí? - señalando el termo. Con los ojos abiertos como platos, consecuencia de su estado de nervios, dijo - "El dinero de la compra" - ¡Uf, menos mal - Estupendo, así podrá darme la Voluntad - "¿A qué se refiere?" - Nada es del todo gratis, señora y mi trabajo me ha costado echar a tanto espíritu como había en esta casa ... estaba llena. ¿Se da cuenta? he dicho "estaba"  - "Sí, sí. Le he oído... Cotilla, dale la Voluntad al señor" - ¿Perdón?... ¿qué yo le dé...? - "Lo contrataste tú ¿no?" - Pero para tú casa - "Yo no puedo darle nada..., ni siquiera puedo ir a Londres" - ¡No te hagas la miserable! - ¡Que alguien me pague el trabajo o hago que vuelvan los espíritus! - La abuela abrió el termo mientras la Cotilla y yo nos enzarzábamos en una fuerte discusión por lo que no pudo ver como la sirena saltaba a la naríz del hombrecillo e hincaba los dientes a placer. Cuando los gritos atronaron la finca Pascualita ya estaba otra vez a buen recaudo en el termo. - ¡"Lo siento, amigo, no puedo pagar por un trabajo mal hecho. Como ve, no ha echado a todos los fantasmas!"

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