lunes, 30 de julio de 2012

La abuela rebuscaba en los cajones de su cómoda (es cantarano) mientras le contaba a Pascualita, que la escuchaba atentamente sentada sobre la cajita de animetes que enciende en días señalados para almas de su familia que puedan estar en el Purgatorio y que a mi me ponen los pelos de punta por si a alguna se le ocurre aparecer a darle las gracias por la ayuda.

- "Necesito encontrar esos papeles para que me paguen las compensaciones que me deben por mi jubilación. Hay gente se está sacando una pasta gansa y yo badant. No hay nada como estar informada. Eso es algo que tienes que aprender por si algún día vuelves a tu hábitat. La información real, no contaminada por partidismos y otras monsergas, es una riqueza para quien la consigue. Fíjate tú que yo creía que con lo que había cobrado al irme ya estaba bien. Y ahora me he enterado de que no, que me deben muchísimo más, tanto que tendré que ir a cobrarlo con el carrito de la compra para que me quepan los euros. Una alegría, vamos... ¿Dónde los habré metido?"

- Me voy a la playa... ¿Alguien viene? - "Espera a ver si encuentro lo que busco y nos vamos juntas" - No voy a esperar más porque luego no encuentro aparcamiento - "¡Pero si son las siete de la mañana!" - Media hora después yo seguía esperando y la cama de la abuela era un revoltijo de prendas y cachibaches - ¿Se puede saber qué buscas? - "Unos papeles muy importantes" - ¿Y no puedes buscarlos después de la playa? - "Si no los encuentro los tendré todo el día en la cabeza y no disfrutaré" - Me extraña porque tu, cuando ves el mar, te olvidas de todo - "Pues de esto no podré" - ¿Qué no podrás? - La Cotilla estaba ante nosotras interrogándonos - ¿A dónde va tan pronto? - Donde queráis llevarme, total, me habéis despertado... - Pero si está tres pisos más arriba. No ha podido oirnos - "Si no tiene otra cosa que hacer más que ésta, sí".

Pascualita había desaparecido como por arte de mágia. La abuela la había metido, sin aspavientos, dentro del reloj de sobremesa, que era un recuerdo de su madre. Al pobre bicho no debía gustarle el encierro y daba coletazos haciendo un ruido sordo - ¿Eso que suena es el reloj?... Tendrá que llevarlo a que lo miren porque suena a cascado... mira que te gusta guardar cosas viejas - "Hablas así porque las tuyas están todas empeñadas" - Si nos hubiésemos ido cuando te lo he dicho ahora no tendría que llevarnos a esta rémora - No creo que sea un piropo lo que me ha dicho tu nieta... Mira que es mal educada, en nuestros tiempos no éramos así... Bueno ¿qué buscas? - "Mis nóminas del banco. No sé dónde las metí?" - ¡Pero si hace mil años que ya no trabajas allí! Las habrás tirado... ¿Para qué las quieres? - "Para que me paguen el retiro dorado que me deben después de pasarme allí media vida. Lo dan bajo cuerda y es una pasterada ¡Millones de euros!... Como entonces no lo sabía me fui tan pancha pero ahora quiero lo que me corresponde" - ¡Ah! yo también buscaré las mías ¡Quiero los millones! - "Tu no creo que cobres porque eras solo la limpiadora - ¿Ya me estás discriminando?

He visto muchas discusiones y ninguna tan absurda como ésta pero no me quise meter para no estropearme un día de playa. Ya tendrían tiempo de decepcionarse y no había ningún mal en que se creyeran millonarias por unas horas... siempre que no quisieran tirar la casa por la ventana antes de cobrar un euro de más.

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