sábado, 11 de agosto de 2012

- ¿Es necesario que grites tanto? - "Cuando se trata de una leyenda, sí ¡¡¡Bolt, plas, plas, plas. Bolt, plas, plas...!!!" - ¡Ya vale! Ni que fuese tu hijo - "¡Ay! Me conformaría con que fuese mi nieto... ¿Has visto cómo corre? ¿Y el carisma que tiene? ¿Y la simpatía? ¡Que buen bisnieto saldría! - Abuela, no me vendas la moto,  ese chico no está a mi alcance. - "El amor lo puede todo... incluso parar a una flecha como esa" - Que cursi, por Dios. ¿Y el Médico, qué? ¿Ya no te acuerdas de él? ¿de lo buen partido que decías que era? - "Era. Tu lo has dicho porque ahora, con tanto recorte se le va  quedar el sueldo como al de un peón albañil" - ¡Que exagerada! - "Y quién no se acuerda de él eres tú ¿cuánto tiempo hace que no os veis?" - Pues...

Para dejar una discusión que no se me presentaba favorable, fui a ver a Pascualita. Había que hacer algo con ella porque estaba ganando peso gracias a la abuela que la tenía mimadísima. Decía que pasaba calor y le daba helados. Creo que ya ha probado todos los sabores. Y le gustan. Solo hay que ver lo rápido que sube desde el fondo del "acuario" rosa y se sienta en su borde con la boca abierta. Según dice la abuela, el de chocolate es el que más le gusta pero un día le dio tarta helada al whisky y se enfado cuando le dijo basta. A veces creo que la hemos malcriado.

Aprovechando que la sirena se está empapando de Juegos Olímpicos, sobre todo de natación sincronizada, le hago hacer ejercicios para que pueda volver a caber en el termo. Con ayuda de una croqueta, hago que nade, salte, bucee a mucha velocidad. Es como lo del burro y la zanahoria. Me he agenciado un listón y en uno de sus bordes he puesto un cestillo en el que va la croqueta y lo subo, lo bajo, lo hago correr a todo lo largo de la bañera rosa, todo muy deprisa. Y allá va Pascualita tras ella, ansiosa por comérsela. Claro que todo esto lo hago con las gafas de sol puestas porque, en cuanto se da cuenta de que es un truco, se enfada y me escupe. Los primeros días, al acabar el ejercicio, le daba la croqueta pero ahora no. No quiero que gane en un minuto lo que le ha costado perder en veinte. Por eso ahora me escupe en cuanto me ve. Que carácter tiene. La abuela la defiende, como no y el otro día que la espié, vi que, en cuanto se quedaban a solas, le daba la croqueta y un poco de helado "por los calores" Fue lo que me dijo cuando la descubrí . ¿Y para eso me sacrifico yo tanto?

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