jueves, 2 de agosto de 2012

Mientras mojaba el pan tostado con aceite de oliva en su taza de cola cao, la abuela no dejaba de hablar con Pascualita. Me pareció que la estaba instruyendo en Historia Natural - "Las colmenas son países independientes y monárquicos. (¿sabía la sirena de qué le estaba hablando?) Tienen una Reina, soldados, exploradores, trabajadoras y zánganos. Igual que nosotros.  Todo el mundo tiene su cometido, incluso los zánganos. A ellos les toca la tarea más agradecida, ser los amantes de la Reina, que es la única que puede reproducirse. Y una vez terminado su "trabajo" mueren porque no sirven para nada más y no los quieren ver yendo de acá para allá por la colmena, aburriéndose, estorbando, opinando o malmetiendo, así que cortan por lo sano. Las abejas, a parte de otras muchas virtudes, son prácticas. Eso mismo tendríamos que hacer nosotros. A quién solo sirva para poner el cazo a fin de mes cuando se lo ha pasado sin dar golpe, habría que decirle ¡Fuera!"

- ¿En quién estás pensando, abuela? - "En los expresidentes sin ir más lejos pero lee aquí: hay veinte diputados de Balears que cobran ¡57.406 euros! por no hacer nada y ni dimiten ni se les cae la cara de vergüenza y por supuesto, no renuncian al sueldo ¡Imagínate lo que será eso multiplicado por los del resto de España. O sea, zánganos a los que se les deja vivir en la colmena ¡mala cosa!" - ¿No querrás que se mueran? - "Eso no se lo deseo ni a mi peor enemigo... pero ya tendrían que estar fuera... y así, entre otras cosas, no se les tendría que quitar el plus del viaje a los guardias civiles peninsulares, ni hacer  muchas de las barrabasadas con las que nos despertamos casi cada mañana, como el REPAGO en las farmacias, por ejemplo."

- Buenos días  - "Hola, Cotilla ¿Qué tal va lo de las comisiones?"  - Muy mal, bueno, ayer me lleve a casa una lechuga mustia que me tiró un frutero a la cabeza en cuanto  se lo insinué -"No pensarías que te pondrían una alfombra roja" - No, pero podrían tirarme la verdura más fresca... También he ido a ver al señor Li. Tengo mucha gente conocida y podría inducirles a que compraran en sus tiendas. Le ha parecido una idea excelente pero en cuanto he nombrado la comisión ha dejado de entenderme ¡se le ha olvidado el español al tío y no paraba de gritar en su idioma! Le he pedido que lo tradujera pero no ha querido... - Es fácil ¡La estaba poniendo a parir! - ¿A mí? No sé por qué... Cuando me iba le ha vuelto la memoria y me ha dicho que te recuerde que aún espera que le invites a comer gambas gordas - Si a mí me hacen lo que a usted ¡a buenas horas doy el recado! - Es que yo también quiero comer gambas gordas - ¡Vendida!

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