lunes, 1 de octubre de 2012

Ha venido el Municipal que, aunque ojeroso, sigue trabajando, no están los tiempos para quejarse. El hombre no las tenía toda consigo porque me ha costado mucho que entrara en casa. Que aprensivo es. - "¿Otra vez por aquí?" - Si no le va bien ya volveré en otro momento... Es por una denuncia que les puso un vecino... dice que volaron trastos del balcón a la calle. - "Los tiré yo. Y poco faltó para que la Cotilla siguiera el mismo camino... Se empeñó en limpiar la casa de alma, del Purgatorio digo yo que serán y me ha dejado el comedor hecho un desastre..." - Perdone pero no... no hace falta que me dé detalles... Mis nervios, sabe. - "Antes te tomarás un cafelito jejejeje" - No le quedó más remedio que sentarse con nosotras.

Sobre la mesa estaba Pepe. El pobre se libró del conato de incendio pero se chamuscó. Está más feo que antes, incluso a mí me daba grima. Pienso que fue su visión lo que cerró la garganta del Municipal que fue incapaz de tomar un trago de café, aunque la abuela no lo interpretó así - "¿Lo sientes por Pepe, verdad? Es triste lo suyo, normalmente la gente se muere una vez pero él ha estado a punto de hacerlo dos... Y el caso es que, después de tanto jaleo, aún deben quedar fantasmas porque no le di tiempo a que terminara el trabajo" - Me temo que ... si bebo el café... tendré todo el día el baile de San Vito... Me voy a... - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¡Venga, despejando, que es gerundio! ¡Hombreeeeeee, mira quién está aquííííí! - ¿No puede hablar sin gritar?

Al oír a la Cotilla, Pascualita salió a flote, se la tiene jurada desde que la tiró, con "acuario" y todo, sobre las llamas. - Ahora vendrá Blas y entre los dos arreglaremos el comedor, aunque es una pena porque, ya que está medio bendecido, podría seguir con el ritual y acabar de una vez con los malos espíritus... - Sí, le quedó muy bien aquella oración del Aserejé. Los fantasmas aún deben estar bailando. - Menos mal que reconoces mis méritos, bonita.

Por el rabillo del ojo vi a Pascualita dar un triple salto mortal de espalda y entrar en el agua como una ballena en pleno ritual de apareamiento. ¡¡¡Chof!!! - ¡Aquí hay uno. En el agua! - "¡Ni se te ocurra acercarte a ella!" - ¡No puedo dejar el trabajo a medias! - "¡Que no!" - ¡Yo me voy...yo me...! - Un alarido interrumpió al pobre Municipal que corrió escaleras abajo como si le persiguiera una legión de demonios.

La Cotilla se retorcía de dolor. El chorrito de agua envenenada, una vez más, había dado en el blanco. La abuela se enfadó con Pascualita - "¡Podrías haber esperado a que limpiara el comedor, boba! Ahora tendré que ayudar yo a Blas porque lo que es ésta..." - "Esta" o sea yo, tomé las de Villadiego y no regresé hasta la noche, cuando el comedor ya estuvo limpio, pintado y cada cosa en su lugar.

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