sábado, 6 de octubre de 2012

- "¿Has visto la carilla de no haber roto nunca un plato que tiene el chico de los explosivos?" - ¿Que hay de raro en ello? normalmente, la gente no lleva escrito en la frente lo que piensa o lo que es. - "Ya. Pero, al leer lo que se decía de él, me lo imaginé más fornido y sin embargo es un saco de huesos" - Pienso en su familia, les ha caído en suerte una buena pieza. - "La que también es digna de compasión es la familia del cabestro ese que ha dicho que las leyes y las mujeres están para violarlas  ¡Es que es para mear y no echar gota! Solo espero que no salga una mandamás de su partido, alabando el "sacrificio" que ha hecho al dimitir.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿Habláis del cabestro?... menudo fantasmón. Su mayor fantasía debe ser estar rodeado de mujeres que le den palos hasta en el carnet de identidad. Seguro que en su casa no pía jejejeje

 Así se han tirado más de una hora, explayándose a costa de los dos sinvergüenzas de la semana. - "Ya te dije yo que, de un tiempo a esta parte, resonaban las botas alemanas marcando el paso de la oca" - Ay, no seas agorera... Venga, vamos a picar un poco. (¿por qué se ha cambiado la letra?) Niña, saca un vinito... - ¿No traerá los huevos rellenos de anoche? - ¡Claro! al final no se chafaron todos. - ¿Alguien cree que fueron a la basura? ¡No están los tiempos para tirar nada!

Después de comer y tomarnos el café, nos entró la modorra, la Cotilla fue la primera en dormirse. En cuanto la oyó roncar, la abuela fue a por Pascualita, la sujetó con la mano que puso sobre su pecho y al minuto, dormían las dos. Naturalmente me quedé sin siesta reparadora. No podía permitir que la sirena quedara sin vigilancia estando allí la vecina. Debo confesar que di alguna cabezada porque, al despertar bruscamente de una, vi a la Cotilla aproximándose a la abuela. Instintivamente, le hice la zancadilla y cayó cuan larga era (que es poco). El ruido despertó a la abuela que, asustada, soltó lo que tenía en la mano. Pasó todo tan deprisa que solo me dio tiempo a ver como Pascualita, después de volar por los aires, entró limpiamente por la boca de la botella de chinchón zambulléndose en él... Debió encoger mucho la barriga y el trasero porque sino, no pasa, pero pasó. 

La Cotilla, bizqueando, se hacía cruces de qué podía ser ese bicho. La abuela encontró una explicación lógica - "¿No nos imitan los chinos? Pues ahora los imitamos nosotros, solo que en lugar de un dragón meten un... una...sardina"

Hasta que no se fue la Cotilla no pude sacar a la sirena. Tenía un coma etílico como un castillo. Consulté con el Médico para enterarme del tratamiento a seguir y poco a poco, Pascualita fue volviendo a la vida. Luego me tocó pagarle al Médico la consulta urgente que le había hecho. Tampoco está mal tener de vez en cuando una sesión sadomasoquista en la que quien pega eres tú jajajajaja,

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