sábado, 27 de octubre de 2012

La abuela ha quitado el cerrojo. Dice que no parece que estemos en nuestra casa si no oye gritar a la Cotilla. Por supuesto hemos tenido un dos de mayo. Parecíamos dos fuerzas de la naturaleza enfrentadas. Ella decía que sí y yo que no y cuando la cosa parecía que iba a quedar en empate, Pascualita ha "ejercido" su voto lanzándome un chorrito de agua en el ojo ¡La madre que la parió!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¡Ay, que gusto da entrar así en esta casa! - Pues es igual que la suya, Podría usarla de vez en cuando. - Que mala sombra tiene tu nieta. Se nota que hace tiempo que no la riegan. Por cierto, me he encontrado con el Municipal y se ha cambiado de acera, ni me ha saludado ¡Que mala educación tienen los jóvenes de hoy en día! - ¡Pero si tiene casi 60 años! - "Está mosca porque no pude convencer al Jefe de que la culpa de la borrachera que cogieron el otro día, era mía. ¡No me dejó hablar!. Me dio tanta rabia no poder defenderles que acabé abriendo el termo" - ¿Para qué? - "Pues... lo abrí para..." - ¡Para soltar un alma en pena que encontramos rondando por la casa! - "¡Eso!.. No veas que estropicio le hizo en la cara" - La Cotilla se santiguo rápidamente - ¿Seguro que no hay más? Dame las botellas de plástico que tengas vacías y volveré dentro de un rato. Me pasaré por la parroquia y robaré unos litros de agua bendita, luego los tiraré por toda la casa para que no quede ni una.

Harta de la fregona, después de comer me senté en el sofá a descansar. Menos mal que se había acabado el agua bendita. Mientras yo fregaba por aquí la abuela le decía a su amiga - "¡Está aquí! - y allá que iba la Cotilla con la botella y venga tirar agua. - "¡Ahora aquí!... ¡Y aquí!... ¡Y en aquel rincón" - Hasta que no he fregado toda la casa no ha parado. Empiezo a sospechar que lo ha hecho a posta.  

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