Llegó la hora de comer y la Cotilla no apareció. Pensé que, a pesar de todo, el día no iba a ser tan malo. Pero la abuela estaba inquieta - ¡Come, mujer, y deja de preocuparte! - "Voy a subir a su casa, a lo mejor está enferma o... bueno..." - Sería una magnífica noticia jejejejeje - "De verdad, que no sé a quién has salido... A tu abuelo" - ¿Pero si hace poco dijiste que te la ibas a cargar? - "¿Y qué si lo dije' no es lo mismo que se muera por ella sola a que la mate yo" - Claro, no se disfruta igual. - Sin hacerme el menor caso, subió al piso de la vecina.
- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! - ¡Vaya, hombre. Bicho malo nunca muere... ¿Ha visto a mi abuela? ... acaba de subir a su casa. - ¿Para qué? (se asustó) - Por si estaba usted enferma. - ¿Por qué? - Como no ha venido a comer... - He comido de menú en el bar de la esquina. - ¿Y ha pagado? (¡menuda sorpresa!) ¿El gran Pinocho le ha subido la pensión? - No, que yo sepa. Es que tengo entre manos un negocio que va viento en popa y encima, todo son ganancias porque no tengo que invertir ni un euro. - ¡Todos los tontos tienen suerte!
Cuando la abuela bajó, la Cotilla acababa de irse. - "Me he hartado de llamar... ¿Crees que debo llamar a la policía?" - No sufras por ella. Tiene montado un negocio que le ocupa tiempo y le da dinerito, por eso no ha venido a comer. - "¿De qué?" - Ah, ni se sabe.
Por la tarde la abuela se marchó, como de costumbre, al Funeral. A los cinco minutos volvió a entrar en casa llevando del moño a la Cotilla. A causa del escándalo que montaban salieron a la escalera todos los vecinos de la finca - "¡¡¡Te mato!!!" - ¿Qué pasa?... ¿A dónde la llevas?... ¡No, abuela, no grites aquí! - Una flecha plateada salió disparada del "acuario" rosa y se enganchó con uñas y dientes en la nariz de la Cotilla, entre ceja y ceja. Los gritos se oían por toda la calle. Uno de los que los oyó fue el Municipal que estaba haciendo su ronda. Después contaron los que lo vieron, que corrió a esconderse detrás de los contenedores de basura.
Cuando se calmaron las cosas, la abuela me contó que encontró a la Cotilla ¡vendiendo sus macetas a precio de saldo! Y luego a ella la convenció de que fue atacada por una de las animas que no logró echar cuando hizo "limpieza" de casa- "Se ha vengado" (le dijo rencorosa) -. Pascualita miró a la abuela e hizo la señal de OK, pero La Cotilla no pudo verla porque la hinchazón le impedía abrir los ojos.
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