lunes, 19 de noviembre de 2012

¡Uf! menos mal que Pascualita se ha calmado. Esto era un sin vivir porque durante unos días no pudo venir nadie a casa, ni siquiera a la Cotilla.  Pusimos un pestillo a la puerta de la calle para evitar que entrara. Pascualita no se contentaba con refregarse con la sirena de los chinos, a la que dejó echa unos zorros, sino que en cuanto nos acercábamos al "acuario", de un golpe de cola saltaba hacia nosotras. Acabamos comiendo en la cocina, era menos expuesto. Dejamos a Pepe, que es un sufridor nato, que se las apañara con ella. El pobre lleva zurcido sobre zurcido.

Desde que Andresito comentó la pérdida de su viagra la abuela no le habla. -"Pasará mucho tiempo hasta que le perdone lo que le ha hecho a Pascualita" - Naturalmente, el pobre no sabe a qué viene ese castigo porque no podemos decirle que tenemos una sirena. En fin, allá ellos. Yo estoy contenta de que todo hay acabado, incluso (pensé que esto no lo diría nunca) que venga la Cotilla a casa porque es señal de que volvemos a la santa rutina.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! Menudo mosqueo tiene el señor Li contigo, guapa ("guapa" es la abuela) Dice que le has despreciado un regalo que te hizo... ¿Eso es verdad? ¿qué te regaló? ¿Y por qué, en vez de despreciarlo, no me lo diste a mí? Que egoísta eres. Así no es raro que ésta (yo) te haya salido... como te ha salido... ¿Qué pones de comer hoy? - "¿Por qué orden quieres que te conteste?" - Empieza por el final que tengo hambre.

La abuela le enseñó la sirena de plástico - "Me regaló esto" - La Cotilla miró fijamente a la destartalada sirena de plástico - ¡Esta birria!... Vaya, pues he metido la pata porque le he invitado a comer para que vea que le agradeces el obsequio. - ¿Quién es usted para invitar a nadie a mi casa... por qué es aquí, verdad? -
Claro, no querrás que sea en la mía. Ya sabes que no llego a fin de mes... ¿Y ahora qué hacemos? - "Ya me apañaré. Menudo compromiso" - Con un lechoncito al horno y unas patatas de esas que te salen tan buenas, quedaremos como unas reinas. - Fui a buscar a Pascualita para que, en desagravio, le tirara un chorrito de agua en el ojo a aquella desvergonzada pero le salió sin fuerza y cayó sobre mi zapato... Ha gastado tanta energía estos días atrás que le costará mucho volver a recuperarla.


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