jueves, 10 de enero de 2013

- "¡¡¡Bedulio, sube un momento!!!" - La abuela se ha pasado una hora en el balcón, aguantando el frío, para dar caza y captura al Municipal. En ese momento yo estaba con ella y he sido testigo de que se ponía rojo como una amapola. - ¿No sabes que no le gusta que le llamen por su nombre? Acabas de ponerle en evidencia delante de los vecinos. Si se ríen de él será por tu culpa. - "¿Miiiiiiiiiiiiiiaaaaaaaaaaa? Yo no lo inscribí en el Registro Civil.  Además, sabe que cuanto antes cumpla mi encargo, antes dejaré de llamarle así.

El Municipal tomaba una tila en la mesa de la cocina. - ¡Le juro que hago todo lo que puedo pero no encontramos nada! ... ¿No estará muerto? - "Si lo supiera no te necesitaría. Las cosas se tienen que confirmar" - ¿Pero éste hombre era de aquí? - "Tu sabes algo y no me lo quieres decir" - ¡Que voy a saber! "Entonces no hables de él en pasado. Y no era de aquí sino de un pueblo del centro de la Península" - Entonces estará allí. - "¡No, señor, porque el otro día lo vi en mi acera!" - ¿Seguro? - "Seguro no, pero si lo fuera me gustaría saberlo" - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¿Qué es lo qué quieres saber?

-"¡Que cara tienes presentándote aquí después de lo que pasó!" - ¿El qué?... ¡Ah, sí! Fue una peleíta de nada... ¿Pelillos a la mar?... Es una tontería que por un hombre, (aunque tenga una Torre en el Paseo Marítimo) yo no pueda venir a comer... ¿Este también se queda? (dijo señalando al Municipal) No te conviene invitarlo en tiempo de crisis porque come como una lima nueva y ¡te advierto que no le cederé nada de lo que me toque!. - En ese momento el agua del "acuario" se movió. Pascualita estaba al acecho. Aproveché el aviso para quitarme de en medio e irme al comedor.

Oí a la abuela instando al Municipal a que rompiera la orden que no les permite beber mientras están de servicio - "¡¿Pero quién se va a enterar? ¡Tómate un chinchón y verás como te animas!" - El se resistía como un gato panza arriba hasta que se hartó y salió de la casa a grandes zancadas y dando un portazo  - "¡¡¡Bedulio, que vas a tirar la casaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyy!" - El chorrito envenenado le diode lleno en los ojos y se inició la ceremonia de gritos, carreras, llantos y maldiciones. Pascualita, deseosa de librar a su amiga de peligros, inexistentes para los demás pero no para ella, escupió sin mira,r hacia el lugar de donde procedía la discusión.

La pobre sirena estaba consternada y tuve que guardarla en mi bolsillo del delantal para que no se arrojara sobre la Cotilla para enmendar su error. La mujer, que no salía de su asombro, agarró la botella de chinchón y bebió unos cuantos tragos a morro, después, molesta con mi abuela le dijo: - ¡Si no quieres que me quede a comer, dilo, pero no montes un espectáculo ¡rencorosa!


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