jueves, 3 de enero de 2013

La abuela se ha puesto manos a la obra y está planchando la montaña de ropa limpia que hemos ido acumulando por culpa de las fiestas. Tiene la costumbre de plancharlo todo, con lo fácil que es doblarlo bien y sentarse encima del montón mientras ves la tele. Te ahorras luz y meneo de brazo. - Hay que ahorrar, abuela, que tengo el sueldo congelado. - "Practico el despilfarro para cuando sea la mujer de Andresito". - No te fíes de las apariencias... ¿ya conoces su cuenta corriente? - "Hasta que no la vea no podré decidirme por el sí o por el no..."

 ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¡Estoy pero no estoy! ¡Os saludo pero no os saludo! - "¿Aún estás con eso? Si el año pasado eras tonta, ahora te estás ganando matrícula de honor" - ¡Envidia cochina es lo que tienes! Creo que he encontrado la solución al problema del comer. Cada día comeré lo del día anterior. - ¿Y con eso seguirá en el limbo? - ¡Naturalmente! - Pues vaya preparándose porque el dentista cobra caro - ¿Lo dices por mis dientes? No hay problema. el otro día se murió Marcelino, el trapero y me quedé con su dentadura, así tengo un recuerdo y un comedor a la vez. - "¿No te pondrás esa guarrada." - Tranquila que la he metido en lejía. - ¡Pero si daba asco mirarle la boca a ese hombre! - Cuando se es pobre no se puede andar con remilgos. Cuando baje a comer os la enseñaré jajajajaja ... ¿A qué vienen esas caras?

Al final será verdad que cree estar entre dos años. ¡Que tía más rara! A la abuela le ha dado por reír y le ha contando a Pascualita las neuras de la Cotilla. - "¡Seguro que no tenéis nada igual en el fondo del mar jajajaja! La pobre se quedó atontada cuando un novio que la pretendía, se casó con otra que fue más lagarta que ella. A la familia de él le salía el dinero por las orejas... ¡y las tenían enormes! Les llamaban Los Orejones. La Cotilla estaba de buen ver y se hizo pasar por una señorita de buenas y cristianas costumbres para hacer méritos ante esa familia . Lo que no se esperaba es que, una señorita de verdad, se hiciese pasar por una arrabalera, arrastrada y viciosa, que volvió loco al atontao pidiéndole sexo en los rincones más insospechados, incluso bajo la cama de la madre mientras ésta, arriba, se divertía con el confesor de la familia. Yo me pasé más de 30 años llamándola tonta".

Durante toda la comida no he mirado a la vecina. La imagen de la dentadura, sucia y con un colorido que iba del amarillo al marrón oscuro, me repele. Mientras tomábamos el café y para evitar mirarla, he jugado con Pepe - ¿Te has parado a pensar  en quién lleva ahora su dentadura? jejejejejeje...(me preguntó la muy bruja) La abuela, después de hecharse una buena copa al coleto, dijo: - "Recuerdo que Marcelino me contó que, de joven, había estado en Guinea.Nueva Papúa y los indios le regalaron la dentadura de misionero al que se habían comido un tiempo antes" - Casualmente, la cabeza de Pepe estaba girada hacia la Cotilla y yo me estremecí. ¿Había reconocido sus dientes?

No hay comentarios:

Publicar un comentario