sábado, 5 de enero de 2013

No hay nadie en casa, salvo Pepe y yo. Las demás se han ido a ver la Cabalgata de los Reyes Magos. La abuela y Pascualita por su lado, para que la sirena viva la emoción de los niño,s que parece que solo están allí para pillar caramelos, cuantos más, mejor y la Cotilla para ver de mejorar su exigua pensión aligerando carteras entre la multitud. Yo he preferido quedarme en casa y tener una tarde tranquila.

Me he preparado un cola cao calentito para tomármelo delante de la tele mientras veo el desfile de carrozas.  La abuela, cuando ya estaba en la puerta de la calle, me ha preguntado si iba con ellas hasta el puerto - ¿Ahora me lo dices?... Espera que me arreglo en cinco minutos... - "¡Aquí no se espera a nadie! Ha sido una pregunta de compromiso. Tienes que decir ¡no, gracias! y Santas Pascuas... Si nos ves en la televisión luego nos lo cuentas... ¡¡¡Adiós!!!"

Las cámaras enfocaban rostros de niños sobre excitados, gritando como descosidos hasta que la reportera les ponía el micrófono delante. Entonces salía a flote la timidez, se ponían rojos hasta la raíz del pelo y se comportaban. Cuántos padres habrán pensado ¿por qué no pedí un micrófono?

¡Ahí están la abuela y Pascualita! ¡¡¡Hola, hola!!! Que boba soy, si no me ven... Ya verás el porrazo que se dará la sirena... ¡Abuela, sujétala que se cae! ... ¡Que mujer ésta! se le va el santo al cielo con cualquier cosa... Un momento... ¿quién es ese que está detrás?... Pepe ¿no te suena esa cara?. ¡NO! han cambiado de plano y ahora estaré toda la tarde pensando en quién es ese hombre.

Cuando la cabalgata pasaba por el Born las cámaras han enfocado un pequeño tumulto. Pensé que se había caído un niño porque una mujer, que parecía muy enfadada, gritaba a pleno pulmón. Una figura conocida apareció de refilón: ¡La Cotilla! Se camufló entre la gente alejándose hacia un nuevo lugar de "trabajo"

Al ver los hermosos caballos de la policía local me he acordado del pobre animal al que una mala bestia ha matado a palos esta semana porque fue descalificado en una carrera. Si cogen a la Cotilla, que roba pequeñas cantidades para sobrevivir la encierran pero un salvaje como ese quizás le caiga una multa que no le costará pagar.  

Cuando han vuelto a casa le he preguntado a la abuela que quién era ese hombre que estaba a su lado en el desfile. - "Ya deberías saber que no tengo ojos más que para mi Andresito... ¿Estaba bueno?" - Más tarde llegó la Cotilla - "¿Qué tal te ha ido?" - No me puedo quejar... - Pues ya podría haber traído unas pizzas... Por cierto, la he visto en la tele. - ¡No me digas! Eso no es bueno para mi negocio¡maldita sea!. - "Venga, vamos a tomarnos unos chinchones y a ver si entramos en calor" - Mientras bebíamos y comentábamos lo que habíamos visto, una visión, clara como el agua apareció ante mí y me heló la sangre - Ya sé quién era el que estaba a tu lado, abuela... ¡¡¡el abuelito!!!

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