jueves, 21 de febrero de 2013

- "Ay, Pascualita, que cuento tan bonito que nos ha contado el Presi. Nunca pensé que volviera Carlomagno   a salvar a Europa y resulta que lo teníamos en casa. Ahora que también te digo una cosa ¿de qué hablaban entre ellos ésta gente? ¿de lo malos que habían sido unos y de lo malos que son los otros?... Ahora ya no decimos de alguien que grita, discute e insulta, que parecen verduleras o pescaderas (siempre en femenino porque los verduleros y los pescaderos son el no va más de la buena educación y el hablar bajito) Ahora decimos que parecen políticos debatiendo. ¿Para eso les pagamos? ¿Para que se digan a la cara y delante de toda España lo que ya estamos cansados de saber los sufridos contribuyentes? ¿Y las soluciones a tanto desmadre, dónde están?...  ¡No tienen ni idea! ¿Comprendes ahora porque quise que escucharas todo el debate? Para que, cuando vuelvas a tu hábitat sepas lo que NO debes hacer."

- ¿Fuiste capaz de torturar durante horas a Pascualita con ese rollo político? Si la pobre tuviera uso de razón te denunciaría por malos tratos psicológicos. - ¡Pero si le estaba haciendo un favor! - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! (tuve el tiempo justo de coger a Pascualita y meterla en el azucarero) ¿No sabéis lo que me ha pasado? ¡No os lo podéis ni imaginar!... ¡Ha sido algo... ay, no sé cómo decirlo! ¡Estoy estupefacta! ... - "¡Cuenta, que nos tienes en ascuas, leñe!" - ¡Es que no me vais a creer! - "Toma una copita de chinchón, a ver si te calmas"

Fue mano de santo. - ¡Me ha tocado el gordo! - "Cómo? ¿Estás segura?" - Segurísima. ¡Y no sabes la ilusión que me hace! - "Puedo hacerme una idea ¿Y le ha tocado mucho?" - Mucho no. Lo suficiente. - Bueno, ahora podrá invitarnos a nosotras. Ya era hora. - "Mujer, déjala que ya estamos acostumbradas... pero, como madrina que serás de mi boda, espero un regalo de postín" - ¿Y eso por qué? - ¡Será rácana! Porque ahora es rica. - ¿Yo. Por qué? - "¿Pero no acabas de decir que te ha tocado el gordo?" - Sí, pero no veo... la relación. - ¡Abuela, luego dices que la tonta soy yo! - Entonces a la Cotilla le dio un ataque de risa y así se tiró más de un cuarto de hora, entre toses, lágrimas y carcajadas. La abuela la sentó a la mesa de la cocina, le dio agua y preparó café. Poco a poco, la vecina se fue tranquilizando - Jijijijijiji... ¡ay, que risa! Me ha tocado el gordo... jijijiji... ¡Pedro el gordo! jajajajajaja. Me ha dado un meneo en toda regla jajajajajaja... a mis años (que no son tantos) no me lo esperaba y me ha hecho mucha ilusión. ¿Tú sabes el tiempo que hacía que no me pasaba algo así jajajajajaja - "¡Eres tonta del bote! Tómate el café ¡y ponle azúcar, boba de Coria!" - Oh, no (pero no dije nada porque pensé que la abuela tendría sus razones)

En cuanto la Cotilla destapó el azucarero, una flecha pringosa saltó a su cabeza y en un santiamén le enredó el pelo, entre tirones y moriscos, de tal manera que parecía haberse peleado con un gato furioso. A estas alturas la mujer corría como una posesa dándose contra las paredes. Entonces la abuela, acercándose a ella, la enfiló hacia la puerta de la calle y justo cuando la Cotilla iba a salir al rellano, dio un tirón de Pascualita y se la metió en el bolsillo, luego despidió a su amiga diciéndole - "¡Que poco le gustó a mi marido el mejunje que le diste, Cotilla!" - Y la otra salió corriendo, escaleras arriba, dando alaridos.


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