miércoles, 6 de febrero de 2013

En casa huele a croquetas. La abuela está haciendo cantidad de ellas para congelarlas hasta que venga Blas a buscarlas en cuanto Urdangarín declare ante el juez. No puede dejar pasar la ocasión de llevar algo de dinero a su casa porque al pobre ya se le acabaron todas las ayudas gubernamentales... Creo que nosotras también podríamos sacar un pellizquito de ese negocio pero cualquiera se lo comenta a la abuela, es capaz de echarme de mi propia casa.

La abuela estaba haciendo la lista de la compra de mañana. La he visto morderse el labio, eso quiere decir que algo falla. - ¿Qué pasa? - "Tengo la impresión de que me falta algo por apuntar" - Es que no sé como puedes  concentrarte teniendo la radio a toda pastilla. - En ese momento acababan de conectar con la locutora que seguía de cerca la comparecencia de Luis Bárcenas en el juzgado. Al fondo, la gente le decía de todo menos guapo. Entonce se oyó claramente, un insulto: ¡chorizo! - "¡Eso es lo que me faltaba! Chorizo. Que imprescindible es la radio"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¡Niña, tienes visita! jejejejejeje A ver si esta vez hay suerte y le das una alegría a tu abuela, que menuda cruz tienen contigo. - Yo tengo el Calvario entero con ustedes... ¿Quién es? - El Médico... Ay, lo que hubiese dado yo por tener un novio así. Con los bolsillos llenos y deseando que le arrees un mamporro... Yo a eso le llamo ser tonto pero se dice otra cosa ¿verdad? - Masoquista. Eso es lo que somos mi abuela y yo por aguantarla a usted cada día.

Mi novio ocasional y yo fuimos a comer a un restaurante indio. Había poca gente, cosa que agradecí porque, para jaleos, los que hay en casa. La verdad es que me alegré de ver al Médico. Hace frío y siempre es agradable tener a mano una manta amiga que te da calor. Un indio, sonriente y servicial, fue colocando los platos sobre el mantel blanco; de fondo sonaba, flojito, un mantra que te llenaba de paz el espíritu. Todo era armonía pero, de repente, algo cayó dentro de uno de los cuencos, con un sonoro ¡CHAF! salpicándolo todo - "¡Cógela, alma de cántaro, que se va a achicharrar!" - ¡Ya te dije que no te pusieras ese broche tan horroroso que, encima, está despegado! - Instintivamente, metí la cuchara y saqué a una Pascualita del color del curry que braceaba para quitarse el mejunje de encima. La sumergí en mi vaso de vino a falta de otra cosa, para que se limpiara. - ¿Qué hacéis aquí? (y mi voz sonó tensa, como una cuerda de violín a punto de romperse) - "Siempre me ha hecho ilusión probar la comida india y me dije, donde comen dos, comen cuatro" - ¿Si no me gusta podré pedir huevos fritos con patatas?

Tomamos el café en casa, las tres solas porque, el Médico será masoquista pero hay golpes que ni él los soporta. Además, Pascualita está borracha perdida después de permanecer un ratito en mi copa. Yo no paro de dirigir miradas llenas de rencor a mi abuela. Rompió la magia que se había instalado, por breve tiempo, entre el Médico y yo y quién sabe a dónde nos hubiese llevado... - Siempre estás con ¡¡¡Quiero un biznieto, quiero un biznieto!!! y cuando todo parece que se encauza, vais tú y tu secretaria y estropeáis la escena. ¡Anda y que os vayan dando!

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