viernes, 8 de marzo de 2013

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¡Vengo del médico! - Pobre hombre. - Dile a tu nieta que  no empiece a meterse conmigo porque, seguramente, la culpa de mis males la tiene ella. - La abuela y yo nos quedamos mirando a la Cotilla con ojos de búho - "¿Y ahora qué me dices?" - De un tiempo a esta parte hay días que tengo mucho dolor de cabeza... - Es que la tiene muy gorda jejejejejeje... - Sobre todo después de la siesta... - ¿Para eso ha ido a molestar al médico? Si me hubiese consultado a mí, se lo habría dicho. - ¡Mira, guapa, si crees que por acostarte cada año bisiesto con el Médico ya eres doctora en medicina, estás MUY equivocada ¡Y no me calientes que la vamos a tener! - "Caramba, como viene este año la Primavera."

Después de comer la Cotilla sacó un paquete de cigarrillos y encendió uno antes de que me diera tiempo a quitárselo. - ¡Me lo ha recetado el médico! Son hierbas medicinales que calman los nervios. - ¡No me cuente historias! Todo lo que se fuma son hierbas así que ¡apáguelo! - Tuvimos un pequeño rifirrafe  mientras la abuela hacía equilibrios con las copas y las tazas del café para que no las tiráramos. La Cotilla manoteaba con el cigarrillo entre los dedos y a pesar de la edad, era rápida de reflejos la condenada. En una de estas el cigarrillo pasó sobre su cabeza y prendió en la pelambrera. - "¡¡¡Cotilla, que te quemaaaaasssssssss!!!" - ¡Aaaayyyy, aaaayyyy..¡Adios, amiga!... (que teatrera es la jodía) Búscame un buen sitio en la pared de los finados... de El Funeral... aaayyy, aaaayyyy... - "No podrá ser porque no eres socia de nuestro club." (dijo la abuela, muy seria) - Le tiré una toalla mojada sobre pelo y se acabó el incendio. - Meta la cabeza bajo el agua por si quedan rescoldos. - Yo pensaba en el lavabo o en el fregadero pero ella metió la cabeza dentro del "acuario" porque le quedaba más a mano y acto seguido, la abuela y yo, contuvimos la respiración. Pascualita salió del barco hundido, se impulsó con la cola y saltó sobre la Cotilla. Y entonces ocurrió algo que nos dejó estupefactas: la sirena alargó sus manitas palmeadas y acarició la cabeza de la vecina.

Tuvimos que sacarla para que no se ahogara - Ayyyyy, que gustirrinín. Que manos tienes - le dijo a la abuela - "No he sid..." - Un codazo a tiempo bastó para que se callara - Cotilla, tome un chinchón para que se le vaya el susto. - Mejor que sean dos y haremos números redondos. - La abuela tampoco se quedó atrás. Estaba muy preocupada por la reacción que había tenido Pascualita. "Habría que llevarla al veterinario" - Pero lo que no se puede, no se puede y además es imposible y estuvimos toda la tarde pensando, entre copa y copa, cual podía ser el motivo por el que no atacó a la Cotilla. Y fue ella, envuelta en los vapores del licor quién, seguramente, dio en el clavo: - La... ¡hip!... pfrimaaaav... eraaaaaaaa... ¡hip!...la saaaaaaaangre altf...¡hip! ... altera ¡HIP!


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