domingo, 24 de marzo de 2013

Ya me parecía a mí que las ideas de la Cotilla no podían traer nada bueno. Las lleva a cabo con tanta vehemencia que se pasa de rosca. Al altar de Luis Bárcenas nunca le faltan cirios y velones, todos encendidos a la vez haciendo una luminaria que cualquiera diría que es un día soleado cuando, en realidad, es noche cerrada.

Ayer ocurrió lo que me temía. Una vela se cayó y la llama prendió en las cortinas de la ventana. A mi me parecía que olía a quemado pero la abuela dijo que no. Yo insistí y recibí un bufido. Y cuando volví a la carga y abrió la boca para ponerme de vuelta y media, llamaron a la puerta: - ¡¡¡Bomberos!!!

Con ellos llegó la Cotilla - Volvía a casa y vi salir una humareda por vuestro balcón ¿es que no olíais a quemado? - Antes de que yo pudiera contestar, la abuela se puso estupenda y dijo: - "Hace un rato que se lo estoy diciendo a ésta pero, ya sabes como es... nunca se entera de nada" - ¡Ay, hija, Que cruz te ha caíd!

Los bomberos fueron a lo suyo y mientras por la ventana entraban chorros de agua, la Cotilla se dio cuenta de que su altar ardía como una pavesa. Histérica perdida, buscó algo con que salvar la foto de su gurú. Lo que tenía más a mano era el "acuario" y no se lo pensó dos veces. Lo cogió, lo balanceó y descargó el agua, el barco hundido, la arena, las plantas y a Pascualita, sobre la fotografía.

Vi caer a la sirena entre las llamas. Grité: - ¡Abuela, coge a Pepe! - mientras me tiraba hacia adelante para coger al dichoso bicho. - Un bombero preguntó - ¿Dónde está Pepe, señora? ¿Es un niño o un adulto? - "Adulto, pero no busquen mucho porque solo es una cabeza" - Que preparen la ambulancia. A esta mujer le ha afectado el humo...  - Salí del comedor algo chamuscada con Pascualita, tiznada pero viva, en el bolsillo de la bata. Me llevé una bronca de un bombero y salí corriendo escaleras abajo. En la acera estaba la Cotilla abrazando contra su pecho la foto del Listo. Me fui a por ella dispuesta a estrangularla con mis manos doloridas - ¡Deténganla. Es la pirómana!

Finalmente pude aclarar las cosas. Esa noche dormimos en una pensión y hoy hemos tenido tanto trabajo para adecentar el piso que estamos derrengadas. La Cotilla ha aparecido cuando ya anochecía - "Podrías haber venido a ayudarnos" - He preferido venir ahora porque no quería estorbar. - Le tiré un vaso a la cabeza pero el cansancio hizo que perdiera mi puntería y rompí uno de los apliques de la pared. - Que nieta tienes... Vamos a tomarnos un chinchón que menudo día hemos tenido. - ¿Hemos? (dije, furiosa) - Sí, guapa. No eres la única que ha sufrido una desgracia. Yo he tenido que comer un sopicaldo y una reseca tortilla de patatas en un comedor social y no me quejo. - Fui a buscar a Pascualita que dormía plácidamente en la pecera. La cogí con brusquedad y la tiré a la espalda de la Cotilla. - Abuela, pónme un chinchón, por favor - Y me senté a esperar el resultado del ataque virulento que no se hizo esperar. Que razón tenía quién dijo que la venganza se sirve en plato frío.



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