viernes, 21 de junio de 2013

Mientras desayunaba, la abuela miraba el Diario y movía negativamente la cabeza. Desde lo alto del azucarero, Pascualita no le quitaba ojo, sobre todo porque estaba pendiente de que le diera más galleta María mojada en café con leche. Un poco más allá Pepe, con los ojos cerrados y cosidos, aguardaba con su infinita paciencia a que ocurriera algún acontecimiento. No porque a él le afectara lo que pasara... bueno, a veces sí le afectaba, por ejemplo cuando Pascualita, enfadada, le mordía y arrancaba un trozo de su cabeza, o cuando la abuela me lo tiraba, sin mucha puntería.

Entonces me di cuenta de que sin mi peculiar familia, mi vida sería más aburrida aún y sentí el pellizco del cariño que me contrajo, un poquito (tampoco hay que exagerar) el corazón.

De repente, la abuela hizo una pelota con el periódico y lo lanzó por la ventana de la cocina - "¡Esta gente ya no es lo que era! La crisis los ha ablandado" - ¿A qué gente te refieres? - "A los alemanes. ¡Menudos eran... y son, cuando llevan unos cuantos litros de cerveza en el cuerpo! En la época de las comidas sin fundamento y bebidas sin... nos hemos vuelto blandengues ¡O nos han vuelto! No me extrañaría que la Humanidad fuéramos conejillos de indias para que hicieran experimentos con nosotros un grupo de personas riquísimas y poderosas, siempre en la sombra pero manipulando gobiernos, bancos, empresas y farmacéuticas. Es que no hay otra explicación" - ¿Ha pasado algo gordo? - "¡¡¡Gordísimo!!! Están ensayando con nosotros. Preparan potingues, por ejemplo...en hamburguesas. Les echan los polvos de María Coco y al comerlas, media nación puede volverse agresiva y la otra mitad no. Unos se enfrentan a otros y ya está la guerra armada ¿por qué? Porque uno de esos ricachones tiene fábricas de armas y las fabrica como churros. Por lo tanto, tiene que venderlas también como churros" - ¡Ay, abuela! ¿Qué le has echado al café? ¿Vinagre?

A medida que avanzaba la conversación y la abuela se ponía más nerviosa, Pascualita empezó a fijarse en mí y eso no trae nada bueno así que tuve que tomarme el cola cao con las gafa de sol puestas, por si acaso. Y no me enteré de a dónde quería ir a parar la abuela con tanto sermón.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Para que no podáis decir que siempre estoy comiendo en vuestra casa por la cara, aquí traigo unas magníficas hamburguesas, bien frescas. - "¿Hamburguesas? ¡No quiero ni verlas!" - ¿Qué te ha echo tu nieta? - ¡Oiga! que no le he echo nada... Y no me trago eso de que son frescas... ¿De dónde las ha sacado? porque con lo poco que cobra... - Son del contenedor de basura de en frente del súper y son frescas porque las acababan de meter. - ¡Yo no las pienso comer! - Pero si el ministro dice que no pasa nada aunque hayan caducado. - Hablaba de yogures. - ¿Y qué más dará una hamburguesa o un yogur? - ¡¡¡Abuela, tíralas!!! - ¿Con la crisis que hay?... ¡Que cruz tienes con tu nieta!

Afortunadamente había conejo con cebolla, riquísimo. Y la Cotilla guardó de nuevo sus hamburguesas - Así tendré para cenar tres días. - Luego, mientras tomábamos el café, la abuela nos contó que la hija, alemana, de la mujer alemana, Hilda, perdida y rescatada dos días después por el perro de los bomberos, ha desistido de denunciar al Consell ante la guardia civil. - "La mujer ha estado dos días perdida cuando en veinte minutos el perro pudo haberla encontrado ¡y todo por no pagar unas horas extras a los bomberos. Y no pone una denuncia! Lo que yo digo. Alguien experimenta con nosotros" - Un rato y cuatro o cinco copas de chinchón después, la abuela, que aún le daba vueltas al mismo tema, dijo ya más apaciguada - "Bien mirado, ya que han venido de vacaciones, tampoco van a perder el tiempo poniendo denuncias..." y de repente se atragantó - "¡El chinchón también está manipulado! ¡¡¡Maldita sea!!!


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