lunes, 22 de julio de 2013

"Enfermera" a la fuerza.

Hoy no he ido a trabajar porque he tenido que estar tooooodaaaa la mañana en Urgencias. La Cotilla tiene una indigestión de caballo y la abuela ha delegado en mí, a pesar de mi oposición, para acompañarla y no dejarla sola hasta que le den el alta.

- ¿Por qué tengo que ir yo? ¡No he echo nada malo! ¡No me merezco este castigo! - "Vas y se acabó. He quedado con Andresito para ir a la playa, a Formentor, allí estará la flor y nata de la alta sociedad de la isla. Quiere que empiece a alternar con esa gente tan fina. Y como no tenía nada qué ponerme, he ido a la tienda del señor Li a comprárme unos bikinis ¡Mira que preciosos!: de leopardo, de tigre, de cebra y estos triquinis fosfis con lentejuelas, que son el último grito" - Seguro que alguien dará su último grito cuando te vean con ellos y mañana tendréis funeral de alto copete. - "¿Qué sabrás tú de modas? el caso es que no puedo ir con la Cotilla. En cuanto llegue la ambulancia, te subes con ella y estás allí hasta que el médico os eche"

Menudo cante nos dio a los camilleros y a mí. ¡Venga quejarse todo el camino! Y es verdad que parecía estar mal porque tenía la cara verde, la tripa hinchada a punto de explotar y se retorcía tanto en la camilla que se cayó dos veces, la tercera vez ya la dejaron en el suelo. Resultó que tenía un empacho de categoría. No me extraña porque, como había pagado la cena, se lo quería comer todo y ni la abuela ni yo, pudimos probar las langostas ni las ostras. Puso los brazos en derredor y dijo -¡Esto es mío!

Ya no pudo subir a su casa. Se puso malísima y me ha dado una noche de perros. La abuela, al oírla vomitar, cerró la puerta de su dormitorio con llave diciendo que necesitaba dormir sus ocho horas para no tener arrugas en la cara el día de la boda.

Ahora estoy junto a la Cotilla que ronca como si se hubiese tragado una locomotora. Aún tiene fiebre y en su delirio grita: ¡Esa ostra es mía, boba de Coria! - ¡Que fuerte, encima me insulta! Hace un rato pataleaba y decía: ¡Niña, saca el chinchón que viene Bárcenas! - Unas enfermeras se han asomado, mosqueadas, -¿Esta mujer tiene algo que ver con los Pinochos que nos recortan media vida? - ¡No, no, no! - Luego me he arrepentido. Tendría que haber dicho que sí y quizás, ahora, ya no tendría vecina. ¡Que rabia me da ser de espoleta retardada!



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