viernes, 12 de julio de 2013

Primer día de piscina.

Cuando las cosas se tuercen es muy difícil enderezarlas. ¡Jopé! A punto hemos estado de librarnos de la Cotilla y al final, no ha podido ser... aunque no desespero.

Cuando fueron a la piscina y vio que la abuela se lanzaba al agua, ella no lo dudó y aunque no se tiró de cabeza, se metió tan tranquila... pensando que hacía pie porque, como muy bien dijo, no había aprendido a nadar. Tuvo el reflejo de engancharse a la pared y allí quedó, aplastada contra ella como una lapa.

En la calle de al lado nadaban unas mujeres mayores ayudadas por churros y tablas. Ahí vio su salvación y cuando quiso pedirle a la abuela que le trajera una de aquellas cosas, su amiga ya estaba en el lado opuesto de la piscina. Sobreponiéndose al miedo, avanzó agarrada a la pared y en cuanto tuvo a una de aquellas bañístas primerizas a mano, le hundió la cabeza en el agua, se quedó con la tabla que llevaba y se alejó del lugar "del crimen" pataleando.

Se armó la marimorena porque la pobre señora había bebido agua y sufrido un ataque de pánico. La abuela, que iba y venía haciendo piscina tras piscina, no se enteraba de nada hasta que se cruzó con su amiga y ésta se colgó de su cuello. Entonces todo fueron patadas, chapoteos, manotazos y agüadillas hasta que el salvavidas saltó a por ellas. Luego tuvo que saltar otro para separar a la Cotilla del primero hasta que le dieron un puñetazo en la barbilla y la dejaron k.o.

- ¡Ay, ay, ay... ¡Que bueno está el jodío! ¡Es mío, es mío! ¡A éste no me lo quitarás! - Asustados ante este delirio, los responsables de la piscina quisieron llamar a una ambulancia pero la abuela no lo permitió - "Se le pasará en seguida. Ya verán... No te lo quito, mujer. Es todo para ti" - Todo esto me lo contó luego la abuela porque yo llegué cuando la Cotilla, milagrosamente, volvía en sí y agarraba del bañador al cachas que estaba a su lado.

La Dirección me preguntó si yo era responsable de ambas y dije que solo respondía por mi abuela... según lo que hubiera echo, que tampoco me gusta a mi comprometerme. Parece que no me creyeron porque me aconsejaron que la Cotilla no volviera a poner los pies allí. Mientras discutíamos, la vecina corría por el borde de la piscina tras el pobre  salvavidas, mientras la abuela se le insinuaba al otro. Entonces la Cotilla resbaló y cayó de cabeza en la parte más profunda... y se quedó en el fondo - ¡Gracias, Dios mío! - dije para mí. Los chicos se miraron entre ellos, dudando si lanzarse al agua o no. Por otro lado, la vieja a la que la vecina le había arrebatado la tabla con malas artes, aplaudía, gritando ¡Castigo de Dios, castigo de Dios! Finalmente, uno de los responsables dijo que la sacaran antes de que llegara Sanidad y les hiciera vaciar y limpiar la piscina. Me sentí fatal.Oportunidades así no pasan todos los días.

Ahora la tengo delante, en la mesa, comiendo un plato de lentejas a dos carrillos, como si no tuviera bastante  con el agua que ha bebido.

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