sábado, 17 de agosto de 2013

Andresito lleva en casa desde ayer. Está de lo más solícito con la abuela y no la deja, ni a sol ni a sombra, desde que la recuperó después de pensar que la había perdido para siempre. El hombre aún tiene la mosca detrás de la oreja y hace un momento le ha traicionado el subconsciente al preguntar: - ¿Seguro que no me estabas dejando por otro y al final te echaste atrás? - La mirada asesina de la abuela le dio a entender que había metido la pata hasta el fondo y recogió velas rápidamente - Jejejejejeje Era una bromaaaaaaa.

La abuela está harta y al pasar junto a mí, ha dicho - "¿A qué lo dejo de verdad?" - Piensa en la Torre del Paseo Marítimo. - Le he aconsejado porque, cuando pierde el óremus es como el caballo de Atila: lo arrasa todo.

Hemos desayunado sin Pascualita. Ha sido imposible teniendo a Andresito sentado con nosotras. La sirena, que no ha entendido nuestra actitud, ha querido hacerse notar. Se ha impulsado con la cola y ha saltado hacia la mesa. Afortunadamente, la he cogido al vuelo y la he devuelto a la pila bautismal. Pero no ha servido de nada porque el bicho ha insistido una y otra vez. Me duelen los brazos de tanto estirarlos para recogerla. La última vez me ha enseñado los dientes. Andresito ha echo un comentario que me ha parecido de mal tono - Esta nieta tuya ya debería saber comportarse en la mesa. Mientras se come no se hace gimnasia.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! ¡Ni un euro me ha echado en los zapatos los jodíos feligreses! Toda la noche dando vueltas en un duro banco de madera para nada. Lo único que he sacado ha sido un dolor de huesos que me tiene baldada. - ¿Llevaba los pies límpios? - ¡Claro! Me los lavé ayer por la mañana - ¡Pues apestan! - ¡Que cruz tienes con esta nieta que te ha salido tan fina!... Por cierto ¿Por qué no te ha detenido ya la policía? (le dijo a su amiga) - La Cotilla miró a Andresito y en su cara se dibujó una sonrisa socarrona. - Con un novio rico, no van a tocarte ni un pelo ¡Que asco de País! No hay como tener padrinos... Pues yo voy a insistir. No puedes estar en la calle después de corromper a una niña. ¡Y encima, bebiéndose nuestro chinchón! - ¿¡Nuestro!? (salté yo. Pero no se dio por enterada) - Por cierto ¿qué comemos hoy? - "Pollo al horno. Y vendrá también el Municipal". - ¿Bedulio? ¡Estáis todos compinchados! ¡Que bajo has caído!... ¿Le pondrás un chorrito de coñac a la salsa? - ¡Abuela, sácala de aquí! (grité) - "Y el señor Li" - ¿También? Tocaremos a poco con tanta gente. (protestó la vecina) - También Andresito estaba mosca - ¿Qué pinta aquí el chino? - "Traerá rollitos de primavera. ¡¡¡Y basta ya de ponerle peros a todo!!!" - gritó la abuela, fuera de sí. Pascualita asomó la cabeza al oír el grito, presta a defenderla. Y lanzó un chorrito de agua envenenada al ojo de uno de los causantes ¡Andresito!

Después de la sesión de gritos, carreras, llantos e hinchazones, el viejo pudo ser reducido y le aplicamos el método del chinchón para que, al despertar de la cogorza no se acordara de nada. Antes de dormirse y con voz estropajosa, preguntó - ¿Qué... ¡hip!... ha sssssshido esssssshooooo? - El alma en pena del primer marido de tu novia. ¡Hijo mío, cómo te ha puesto! Se nota que no puede ni verte (le explicó, temerosa, la Cotilla)

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