lunes, 19 de agosto de 2013

Llevamos dos días sin ver a la Cotilla. La abuela ha llegado a pensar que está enferma pero, cuando ha decidido subir a su casa, se lo he impedido. - ¡Déjala y disfrutemos mientras podamos, porque no creo que nos deje tranquilas mucho tiempo! - "Pobrecita... ¿Por qué no subes tú?" - ¿Yooooooooooo? ¿Me has visto cara de tonta?

Que gusto poder comer sin miedo a quedarme a medias. No tengo que atragantarme como cuando está la Cotilla en casa. Traga como una lima nueva, porque no mastica para poder meter más cantidad de comida en el estómago. Dice que así le sirve de cena. Esta tía nos normal. Primero traga y luego, en su casa, lo rumia... Si la llevo a un laboratorio experimental, como bicho raro, tal vez me den unos buenos euros por ella porque rara, lo es un rato largo.

Cuando he oído abrirse la puerta de la calle, me ha dado un vuelco el corazón - ¡Oh, no. Mi gozo en un pozo! - Pero no entraba nadie. ¿Serán ladrones? ... Ante la duda he cogido a Pascualita con el guante de acero porque dormía a pierna (o cola) suelta y ha cogido un cabreo de tres pares de narices. Mejor.

Bajo el marco de la puerta estaba la Cotilla que, al verme, dijo con un hilo de voz - ¿Se puedeeeeeeeee? - (Será verdad que está enferma, pensé) - ¿Qué pasa, vecina? ¿La atonta el calor? - No quisiera encontrarme con el espíritu de tu abuelito, boba de Coria. - "¡Pasa, mujer! Ahora no está" - (¡Vaya si está! - me dije - y rabiosa por hincar los dientes en alguien) - ¿Hicisteis obras ayer? - "¿Nosotraaaaaaas?... ¡¡¡No!!!" - Pues alguien estuvo picando todo el día - "¿Sabes algo del Jefe?" - No está muy bien. Ya sabes como se las gasta tu primer marido... Y mira que me extraña porque, cuando vivía, nunca le noté el genio ¿Y tú? - "Tampoco. No se atrevió nunca a sacarlo delante de mi" - Pues ahora, como espíritu, se está resarciendo... El que lo está pasando mal es el Municipal. El Jefe lo ha acusado de no prestarle auxilio y dejarlo solo ante el peligro. Está detenido. - "¡Pobrecillo! Luego pasaré a verle y le llevaré unas croquetas"

Sentadas en la salita, después de comer, nos tomamos unos chinchones on the roc. - Me pregunto qué buscaba el Jefe en la puñetera pila esa. Y a qué vino el ensañamiento del abuelito... - rumiaba la Cotilla. - Voy a verlo. - Se acercó al milenario "acuario" y con mucho cuidado, pasó la mano imitando al Jefe. Me acerqué a ella y con disimulo, metí a Pascualita en el agua y me puse las gafas de sol - ¡Esta nieta tuya no es más tonta porque no se entrena! - "Y tú eres una temeraria. Yo que tú no lo haría, forastera" - Me pica la curiosidad... - "La curiosidad mató al gato, querida" - Pascualita nadaba entre las algas. La Cotilla metió la mano en el agua y la sirena se paró en seco - Huy, huy, huy - La inspección manual siguió avanzando hacia las profundidades. Entonces la sirena emergió de golpe y cual un delfín, se puso de pie sobre el agua, abrió la boca y sacó a pasear sus dientecitos de tiburón mientras sacudía con fuerza la cabeza haciendo ondear la asquerosa melena-alga con los colores de la bandera alemana - ¡¡¡Aaaaaaaaahhhhhhhh!!! ¡Lo he visto! ¡Lo he visto! ¡¡¡Tu marido es un demoniooooooooo!!! ¡Necesito chinchón! ¡¡¡Necesito chinchón!!! - Tenga, tía gorrera. - dije tranquila porque Pascualita había desaparecido entre la vegetación del fondo.

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