domingo, 18 de agosto de 2013

Se presenta un domingo tranquilo. Es lo mejor que hay cuando las gotas de sudor corren por el cuerpo como si fuera un circuito y ellas, los coches de carreras. Luego tendremos que aguantar a a Cotilla, es una penitencia que debemos sufrir con paciencia, supongo que por algo malo que hicimos en otra vida. Por eso no la tiro por el balcón, porque no quiero más penitencias como esa en las vidas venideras.

La verdad es que resulta aburrido cuando no pasa nada. Me entra hambre y añoro la nevera. Me acerco, la toco, la acaricio y acabo por abrirla y comer como una descosida hasta que la abuela me arrea un pescozón y me manda al comedor ¡Que mal genio tiene la jodía!

¡Vaya, hombre. Se acabó la tranquilidad! - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! Vengo acompañadaaaaaaa. - ",Bedulio ¿Qué haces por aquí?... ¡Jefe, cuánto tiempo sin verle! Vamos a tomar un aperitivo" - Ellos no pueden porque están de servicio... pero yo sí jejejejeje... Vienen a por lo de la pila románica esa. - aclaró la vecina. Y antes de que pudiera reaccionar, se plantaron en el comedor guiados por la vecina - Esto es un florero aunque éstas, que son muy raras, lo emplean como pecera o algo así. Aunque sin peces... ¿Cómo no sea ésto...? - Maldita Cotilla, no me dio tiempo de sacar a Pascualita que dormía tranquila entre las algas del fondo.

Los policía habían sacado una fotografía y estaban comparando - ¡Es la pila que buscamos! ¿Cómo ha llegado hasta aquí? - "¿Esto es del año 1.000? ¡Imposible! Es una copia que hicieron los chinos. - ¿La compró al señor Li? - preguntó el Municipal - "¡Exacto" - exclamó aliviada la abuela porque, por la cara que ponía, no recordaba de dónde había salido - ¡¡¡Vamos a la tienda de los chinos!!! - ordenó el Jefe - ¡Usted se queda aquí! dijo a la Cotilla. - ¡Desagradecido! - gritó ofendida. De repente el Jefe tuvo una intuición y volvió sobre sus pasos. Volvió a examinar la pila pasando la mano, lentamente, por toda la superficie como si buscara algo. Luego repitió el mismo ritual pero dentro del agua. ¡Ay, ay, ya! pensaba yo.

La mano iba bajando dando círculos hasta llegar a las primeras algas (¿Qué buscará este tío?) La abuela cogió a Pepe, estrujándolo como si quisiera ordeñarlo. El jefe pareció llegar al centro de la pila y levantó las hierbas. Entonces se volvió, con una sonrisa de triunfo en la boca - ¡Lo sabía! ¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyyyyy!!! - Sacudió la mano en el aire pero no pudo separar a Pascualita que estaba firmemente agarrada con los dientes. Lo que ocurrió fue visto y no visto. Me puse a su lado y di un fuerte tirón arrancando a la sirena y guardándola en el bolsillo. Ni la Cotilla ni El Municipal vieron nada porque, al primer grito del Jefe, corrieron hacia la puerta, bajaron las escaleras de tres en tres y se encerraron en el coche patrulla. Mientras nosotras dimos la medicina anti-recuerdo, al pobre hombre. La abuela sentía curiosidad y le preguntó - "¿Qué buscaba, Jefe?" - Ma... ¡hip! ... made in ... jejejejejeje in... China... ¡hip! y no está. - La abuela me miró y dijo - "Pues habrá que ponerlo"


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