viernes, 6 de septiembre de 2013

La Cotilla está entusiasmada con su pulsera dorada "Cúralotodo" No se la quita ni para ir a trabajar, a pesar de los consejos que le da la abuela - "Si alguien te ve limpiando los cepillos y se fija en el dorado chillón de tu muñeca, te echarán el guante en seguida" - ¡Como si solo yo tuviese una de éstas pulsera, en toda la ciudad!... Mientras la lleve no puede pasarme nada malo porque está cargada de energía positiva. - ¿No se habrá descargado estando en la basura? - No, lista. Eso solo le pasa si está sobre un televisor. - "¿Y en qué notas que te va bien?" - Me siento más ligera. No me duele la cabeza... Los huesos no me crujen... Incluso me están desapareciendo las arrugas. - Hay que decírselo al Papa Paco ¡esto es un milagro! jajajajajaja - "Ay, Cotilla ¿cuándo has tenido tú dolor de cabeza? Nunca. En cuanto a lo de ir ligera, es por tu dichoso trabajo que, la mayoría de las veces, tienes que salir por pies para que no te pillen... Y en cuanto a las arrugas... ¡que Dios te conserve el oído porque la vista ya la tienes perdida! jajajajajaja"

Antes de comer, convencí a la vecina para que me dejara probar la dichosa pulsera mientras ella iba al baño... Quería hacer un experimento y tenía que estar sola. Dicen que los animales son más sensibles que las personas y sienten cosas de las que no nos enteramos, así que metí la pulsera dentro de la pila bautismal y esperé alguna reacción. Pero no pasó nada. Así que la cogí, la sequé y se la devolví a su dueña que dijo, muy segura de sí misma. - Este ratito que he estado sin ella, me he sentido desprotegida. ¡No la vendería ni por un millón!

Mientras comíamos la ensaladilla oímos un chapoteo en la salita. Seguimos como si nada pero el ruido de agua cayendo al suelo, continuó y la Cotilla, que no es sorda, estaba en tensión - Tu marido está muy agresivo hoy... (le dijo a la abuela) - "Lo mejor será no hacerle caso. Ves a ver qué quiere el pesado de tu abuelito" (me dijo)

Pscualita saltaba fuera del agua, llegando incluso a colgarse de la lámpara del techo y se dejaba caer a plomo. Y así, una y otra vez. El suelo estaba inundado y tuve que rellenar la pila bautismal con más agua de mar para que la sirena no se abriera el cráneo, o lo que sea que tiene en lo alto de la cabeza.

Por si fuera poco, irradiaba en colores. Era como un pequeño tiovivo lleno de bombillas verdes, amarillas, rojas, azules... y me hizo dudar - Abuelito... ¿eres tú? - pregunté, temerosa, pero lo que acabó de sugestionarme fue ver a Pepe, caído bajo una silla y despidiendo los mismos destellos que Pascualita.

Salí de allí como alma que lleva el diablo y cerré la puerta con llave. - Es mejor que lo dejemos solo. El abuelito está alterado. Más tarde, mientras la Cotilla dormía a pierna suelta gracias al chinchón y a la Vuelta ciclista, le conté a la abuela lo que había visto - ¡Esa pulsera es milagrosa! - "¿La pulsera? jajajajaja... He puesto un cable de la luz de muy bajo voltaje dentro de la pila bautismal y a Pascualita, unas diminutas placas con puntitos de luz de colorines. Y cuando le da una descarga ¡salta y se ilumina!" - ¿Y a Pepe? - "¡Claro! jajajajaja ¡Ellos también bailarán el día de mi boda!" - ¡¡¡Abuela, eres una sádica!!! - "¡Y tú una aburrida, boba de Coria!"

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