viernes, 11 de octubre de 2013

Esta mañana la abuela ha salido de su cuarto envuelta en la bata de invierno. No he querido preguntar qué le pasaba por si se encontraba mal y me pedía que hiciera yo el desayuno e, incluso, la comida. Ya dicen que en boca cerrada no entran moscas y que la mejor palabra es la que no se dice. Y yo hago caso a los refranes... cuando me conviene.

Pero debía estar bien porque ha seguido la rutina de todas las mañanas. Ha hecho su café con leche con ensaimada, mi cola cao con tostada y aceite. Ha cogido a Pacualita para darle lo buenos días con un beso que debe saber a sardina, la ha sentado sobre Pepe y le ha dado de comer de su desayuno. Luego quiere que el bicho adelgace pero no voy a ser yo quién se lo recuerde, que la sirena es muy rencorosa y cuando menos lo espere, me veo con un ojo a la funerala.

A mediodía, al volver del trabajo y entrar en casa, me he asustado. - ¡Abuela! ¿Has llamado a los bomberos? - "Si es para que te ligues alguno, los llamo ahora mismo... ¿qué pasa?" - ¡Algo se quema en casa! ¿No notas el calor? - "¡Pero mira que eres exagerada, alma de cántaro! He encendido las estufas. Hace un frío que pela" - ¿Y yo soy la exagerada? ¡Todos los años, por estas fechas, haces lo mismo! Estamos a 20 grados. - "Si les haces caso a los repeinados de la tele que anuncian el Tiempo, te quedas como un pajarito. Hace frío. Tengo los pies como el hielo. Los zapatos me bailan porque los pies se han contraído por el frío ¿Para qué necesito que alguien me diga qué tiempo hace? No soy insensible... Por cierto, puesto el edredón en tu cama."

¡No falla! Si la abuela tiene frío, todos debemos taparnos. De repente me he acordado de Pascualita. La he encontrado sentada en el borde de la pila bautismal y enseñándome los dientes. Cuando he metido el dedo en su agua he comprendido su enfado ¡estaba caliente! - ¿Le has calentado el agua a la sirena? - "Claro, pobrecilla. Tiene el mismo derecho que nosotras a estar calentita" - Miré a Pepe. La cabeza reposaba sobre una bufanda de lana que le cubría hasta la boca. - "¡Mírale qué guapo está! Así no cogerá anginas" - ¡Si no tiene cuello! - "Ya, pero puede autosugestionarse y sentir las mismas molestias que si lo tuviera" - Vale, abuela. Para ti la perra gorda.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Jopé, esto parece una sauna! - "¿A qué se está bien? Pues he hecho una fabada asturiana de las que levantan un muerto. Es lo mejor para éste tiempo." - Que mal le sientan a tu abuela los entretiempos. ¡A ver si llega el invierno de una vez y se acopla! - "Antes de comer y para ir calentando el estómago, vamos a tomarnos unas copitas de chinchón" - On the rocks, por favor. - Yo también (dijo la Cotilla) - "Huuuuuuyyy... vosotras no estáis bien. Nada de hielo que eso son pijaditas para el verano"

Hace tres horas que hemos comido y sigo sudando a chorros. Ya me he dado una ducha fría y no descarto darme otra en cuanto vuelva de comerme un helado.

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