jueves, 3 de octubre de 2013

"He tenido un sueño... ¿o no lo ha sido?" - ¿Salía yo, abuela? - "He dicho que he tenido un sueño, no una pesadilla... Salía Mateo" - ¿Mateo? - "El alcalde. Me gustaría haberlo compartido con él" - ¡Huy, como se entere Andresito!

Pascualita asomó la cabeza sobre la pila bautismal. La hora del desayuno era sagrada para ella. Creo que tiene un reloj biológico que le dice cuando tiene que venir a la mesa y dejarse mimar por nosotras... Pero hoy no ha saltado. - ¿Qué le pasa a ésta? - "No se puede mover. Está echa un tonel después del azúcar que comió ayer" - La sirena hacía esfuerzos para tomar impulso pero el sobrepeso no se lo permitía. - ¡Está hecha un tonel y la culpa es tuya! - "¡Ooooooooooh, habló Pepa, la lista¡" - Imagínate que vuelve así a su hábitat ¡No duraría un segundo dentro del agua! La hemos convertido en un bocado apetecible a los ojos de cualquier pez. - "Eso no pasará porque no va a salir de casa"

Sonó el timbre de la puerta. Era el señor Li que venía a enseñarle unos tocados a la abuela - Hola. Tlaer a mí estos tocadoles (¿?) y yo pensal: la abuela necesital pala boda. Tu plobal y yo espelal ¿sí? - Abuela ¡ni se te ocurra llevar alguno de estos bodrios! - No bodlios, Nieta, sel tocadoles. -

Con cualquiera de los modelos que trajo, la abuela parecía un loro pero, como no sabe decir que no a nadie, salvo a mí, se los fue probando tranquilamente mientras Pascualita seguía con su afán de impulsarse hacia la mesa donde estaban nuestros desayunos. Para tener distraído al señor Li, reanudé la conversación que teníamos antes de que llegara - ¿Qué hacía el Alcalde en tu sueño? - "Inauguraba un tranvía. ¡Imagínate que cosa más bonita! volvían a Palma después de muchos años" - Entonces, sí que ha sido un sueño.

El señor Le, se acercó a curiosear la pila bautismal - Hasel luido agua. - Le falla el termostato. - ¡Y entonces la vio! - ¡¡¡Ooooooooohhhhhhhhhhhh sel cliadelo de gambas goldaaaaaaasssssss!!!
- ¡Esa gamba no es de verdad. Es un muñeco a pilas! - ¡¡¡Yo comel, yo comel!!! - ¡¡¡Que no, coñe. Pare ya!!! - El señor Li pierde el oremus, la verguenza, la educación milenaria ¡todo! delante de una gamba gorda
y si no hacía nada, se comería a Pascualita antes de decir amén. - ¡Que es un tamagochi, hombre! - ¿Japonés? El chino se había parado en seco - Pues... sí... - ¡Bah, polquelía! Yo ilme. Estal enfadado.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! He encontrado al señor Li en la escalera. Iba hecho una fiera y ni se ha enterado cuando le he quitado la cartera - ¡¡¡Cotilla!!! creerá que hemos sido nosotras. - Esa es la idea... ¿qué comemos hoy? - "Lo que quieras. Invitas tú con el dinero del señor Li" - ¡¡¡Abuela!!! - "¿Qué pasa? ¿no quieres comer?" - Pues sí.

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