sábado, 5 de octubre de 2013

- ¡Que tabarra nos está dando la Cotilla con el pececito rojo! Ya no sé qué decirle para que nos deje en paz... Lo mejor sería comprarle uno pero como es capaz de meterlo otra vez en la pila bautismal, mejor no me gasto un euro en eso. Además, a Pascualita no le conviene salirse del régimen que le hemos marcado.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Lo habéis encontrado? porque tiene que estar aquí ¡no hay tu tía! - "Ya te hemos dicho, por activa y por pasiva, que no está... ¿Seguro que lo metiste en el agua?" - ¡Claro que estoy segura! - No sé cómo puede estarlo con los lingotazos de chinchón que se metió entre pecho y espalda después de comer. - ¿No estarás insinuando que me lo bebí todo yo? - ¡No insinúo. Afirmo! - ¡Que cruz tienes con ésta nieta! Menos mal que me quedé soltera, porque quise, y evité tener un personaje como éste en la familia. - "No se puede tener todo. Unas tienen suerte, como yo y otras limpian cepillos de las iglesias, como tú" - Creo que estamos desviándonos de la cuestión ¡¿Dónde está mi pececito?!

Ha dado la casualidad de que la abuela ha puesto salmonetes para comer y ha sido la primera vez que he visto a la Cotilla echarse para atrás ante un plato de comida - ¡¡¡Pescaditos rojos!!!... ¿Cómo has podido hacer algo así? - "¿Cuántos quieres?" - ¡¡¡No los toquéis, asesinas!!! Ahora mismo voy a llamar al Municipal para que os mande a la cárcel - "Pero si siempre te han gustado" - No desde que sé que son parientes de mi pescadito rojo.

No ha dado su brazo a torcer y al cabo de unos minutos el Municipal ha llamado a la puerta con cara de pocos amigos. - Espero que sea algo importante (dijo mirando a la Cotilla) - Lo es, Bedulio. Se trata de ¡un crimen! - El hombre dio un respingo - "No le hagas caso. Dice que ayer trajo un pez y no aparece... A su edad, el chinchón no es buen compañero" - ¡Deténlas! Son unas caníbales ¡mira lo que han puesto para comer! - ¡Salmonetes! Hacen un montón que no los como. - "Pues siéntate, hombre y vamos a remediar eso" - ¡No puede comer! Está de servicio... Bedulio, que te denuncio... ¡No te lo comas que puede ser mi pez!

La abuela, el Municipal y yo nos habíamos sentamos a comer mientras la Cotilla seguía soltando palique. Pero cuando la fuente de los pescados se fue vaciando, se sentó y comió a dos carrillos hasta que no quedó nada - ¡Egoístas! Queríais dejarme sin nada. Y tú, Bedulio, que sepas que te pondré una denuncia como un piano.

Cuando nos sentamos a tomar café, la vecina se asomó a la pila bautismal que la abuela había tapado con un tapete de ganchillo. - "¿No quieres chinchón?" - Voy a velar al pobre pez - "Queda muy poco y somos uno más... Lo mismo te quedas sin." - ¡Pónme a mí primero que éste ha llegado el último!

No hay comentarios:

Publicar un comentario