viernes, 8 de noviembre de 2013

- ¡¡¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa!!! hhhhhhhhggggggggggg No puedo respirar. ¡Un chinchón, por favor! - La abuela salió a toda prisa de su cuarto, con los ojos legañosos y cara de susto. "¡Cotilla! ¿Te estás muriendo?" - No, hija, que tengo que ir a tu boda... Pero no me llega la camisa al cuerpo. - En ese momento salía yo de mi habitación con mucha mala uva encima - ¡Pero si aún no son las ocho de la mañana!

La Cotilla se puso a llorar. Y eso me afectó pues nunca la había visto así - Perdone... grite lo que quiera. - ¡El chinchón, el chinchón! - Después de tres copas seguidas pareció calmarse - ¿Desayunamos? - "¿Se puede saber qué te pasa? Aquí no se desayuna hasta que me cuentes que te tiene tan alterada" - Es que las penas con pan, son menos...  - Al ver la firme determinación de la abuela a no darle nada hasta que desembuchara, la vecina puso un periódico arrugado encima de la mesa de la cocina. - Se lo he quitado de las manos a un hombre que se estaba tomando un café en la barra del bar de la esquina. - ¿La ha perseguido? - ¡Claro, por eso me ahogaba! Con lo gordo que es, no pensé que corriera tanto... Estaba a su espalda sin que se diera cuenta, leyendo las noticias cuando he visto ¡ESTO! - Señaló un artículo, en la página 18 del Diario de hoy que lleva el siguiente y terrorífico título: La feria mostrará diseños de ¡JÓVENES EJECUTADOS POR ARTESANOS LOCALES!

- "¡¿Qué está pasando en Pollensa?!" - la noticia es de esa localidad. Y el Claustro de Santo Domingo,el punto neurálgico. - "¡¡¡Mirad, se me están poniendo los pelos de punta!!! ¡Ha vuelto la Inquisición! ¡Nos quemarán vivas cuando se enteren de lo que hicimos con mi primer marido!" - ¡Hiciste! Yo ni siquiera estuve allí. - "!¿Ah, no?! ¿Y quién le remató con sus mejunjes?" - ¡Lo negaré todo, todooooooo! - "Nos pondrán en el potro y cantaremos como Antonio Molina... ¡Me arrepientoooooooo!" - La abuela gritaba y se daba golpes de pecho. - ¡Yo también, aunque no estuviese allí! - "¡Ya no me podré casar!" - Cómo que no (me volví práctica al instante) Adelanta la boda y así, cuando te quemen, la Torre del Paseo Marítimo será mía. - ¡Y que va a ser de mí! (clamaba, la Cotilla) - De usted no lo sé, pero me voy a quedar muuuuuuuy ancha.

Menuda mañana hemos pasado porque, aunque conmigo los dominicos no tienen nada, sentía desasosiego por si se llevan presa a la abuela y la interrogan días y días por medio de los peores tormentos... Mientras tanto ¿quién me hará la comida?

La abuela se ha refugiado en Pascualita. Se la ha metido en el escote para sentir muy cerca su apoyo moral. Y eso que la pobre aún no está bien. El color de ahogado profundo no la abandona porque la pobre estuvo, en realidad, a punto de ahogarse. Da asco verla. Está lacia, con el pelo-alga cayéndole sobre la cara. Hasta la cola ha perdido lo único bonito del bicho, su color azul-sardina. Creo que deberíamos llevársela al Médico para que la ingrese en la UCI... Además, no quiere comer y eso va contra mis intereses porque como adelgace mucho, cabrá en el termo de los chinos y tendré que llevarla colgada al cuello toda la boda... si no queman antes a la abuela.

Sentadas a la mesa nadie, salvo yo, probaron bocado. Miré a las dos amigas, habían caído sobre ellas unos ochenta años más, por culpa del miedo que se había instalado en sus cerebros. Eran viejas de solemnidad. Pensándolo con calma, el encabezamiento de la noticia de Pollensa, debía tratarse de un fallo técnico, así que llamé al Diario y todo se aclaró. No sabían si había jóvenes ejecutados pero estaban seguros, al menos aparentemente, de que la Inquisición no se había vuelto a implantar. Ni que decir tiene que brindamos por eso.

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