sábado, 21 de diciembre de 2013

- "¡¡¡Hombres!!!" - La abuela colgó el teléfono hecha una furia. - ¿Qué pasa? - "El pesado de mi novio dice que con un vestido de Chanel carísimo, no puedo ponerme la peineta de plástico de mi amigo" - ¡Claro que no! - "¿Qué sabrás tú de moda? El señor Li tiene plástico de la mejor calidad. Además el naranja fosfi irá muy bien con el color blanco huevo frito roto..." - Jajajajaja ¡Se dice blanco roto, abuela! - "Ya salió la lista ¿Cómo llamarías al blanco del huevo frito una vez rota la yema, eh?" - ¿El vestido es amarillo? Trae mala suerte. - "Lo sé jejejejeje Pobre Andresito"

La abuela ha tenido una conversación con Pascualita y Pepe. Ambos la escuchaban sin pestañear... porque ninguno tiene pestañas. Yo me he acercado a la cocina para escucharla - "El viento no nos dejaba caminar hacia el avión... Era pequeño y con hélices ¡Pero si eso es de cuando Franco era cabo! Había llegado el momento de ser fuerte, no tener miedo porque el primero que no deseaba que nos pasara nada malo, era el piloto... ¿O no? Pensé en ir a preguntárselo pero teníamos prohibido soltarnos el cinturón y como se me ha quedado ancho el pantalón, será por los nervios de la boda dichosa, no me atreví a moverme para no dar un espectáculo en el pasillo.

Subimos dando bandazos a diestro y siniestro. Saqué el carnet de identidad para ponérmelo en la boca pero preferí un caramelo que me desatascara los oídos. Finalmente dejamos las espesas nubes de viento atrás y vimos un tímido sol. Entonces saqué el chaleco salvavidas de debajo del asiento y salí al pasillo para celebrarlo con alegría. Y imité a las azafatas: En caso de necesidad páselo por la cabeza... La gente se puso a reír porque lo hacía la mar de bien. Tire de aquí pero no lo hinche dentro del avión... ¡pero se hinchó y me quedé atascada! Se nos caían las lágrimas de la risa, aunque a mí no sé por qué ¿Serían los ginets que bebí antes de subir al avión?... Al final me echaron una bronca y solo paré de reír cuando me dijeron: No le da vergüenza ¡a su edad! ¡Alto ahí, pipiolos! Hasta aquí podríamos llegar. Y me metí en la cabina del comandante, que es pequeñísima y puse a las azafatas a parir. En cuanto él me replicó le contesté que más vergüenza me daría a mi ser comandante de un cuchitril como aquel. Cuando le oí mentar no sé que de la guardia civil, le dejé con la palabra en la boca. Y no fue eso lo peor, sino que Andresito se puso tan furioso contra mí (que mal beber tienen algunos... ¿o no había bebido? peor entonces. Estuve a punto de anular la boda pero la Torre del Paseo Marítimo acudió a mi mente y no dije nada. Así que ya sabéis, queridos. El día que vayáis en avión sabed que no les gustan las bromas a las tripulaciones"







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