domingo, 12 de enero de 2014

Estábamos solos Pepe y yo. No me lo podía creer. Al ver que la Cotilla no aparecía por la cocina, he mirado en su cuarto y no había nadie. ¡Yupiiiiiiiiiiii. Voy a desayunar a mis anchas! Bajé corriendo a la panadería a por mi ensaimada, preparé luego el cola cao, extendí el periódico sobre la mesa y puse a Pepe a mi lado para ir comentado con él las noticias del día. Me sentía tan afortunada que hasta derramé unas cuantas lágrimas de gratitud por este rato de tranquilidad que la Providencia, o quién fuera, me regalaba.

- ¿Qué te parece lo de la Infanta, amigo? Cansino ¿verdad? Pues aún tenemos para rato... ¿Quieres un trocito de ensaimada? ¡Huy, perdón! No me acordaba que te cosieron la boca... ¿Eras muy parlanchín? Ojalá pudiera hacer lo mismo a la Cotilla ¡Que tía más pesada!... - Sonó el teléfono ¡Maldita sea! Era el Médico autoinvitándose a comer. Ni siquiera explicándole mi nulidad para la cocina, se bajó del burro. - Acabarás con dolor de estómago. - ¡No te preocupes! Estoy vacunado de todo. - En realidad, mi problema era que tenía la nevera vacía. Solo había algunas botellas pero nada sólido ¿De dónde iba a sacar los avíos para guisar?... ¿Y si comprara un pollo al ast?

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Ya estás desayunando? Mal hecho porque traigo magdalenas y croasanes. - ¿Del contenedor del súper? - Sí. y más cosas. Por ejemplo: carne picada, verduras, huevos, etc. - ¿Y pollos al ast? - Pues no... ¿Estás de antojos? ¡¡¡Que alegría se va a llevar tu abuela cuando se entere!!! ¡Ya era hora de que sirvieras para algo!

El Médico se presentó con una ensaimada de crema y una botella de chinchón. ¡La Cotilla por poco se lo come a besos! Y mientras nos sentamos para comer el mejunje que hice, se dedicó a ponerme por las nubes: que si era muy guapa; que qué joya se llevaría el que se casara conmigo; etc. etc. Al principio me avergoncé pero luego me gustó que dijera esas cosas de mi porque, a nadie le amarga un dulce.

Cuando el pobre hombre se llevó, confiado, a la boca la primera cucharada, a punto estuvo de vomitar la primera papilla. Pero la Cotilla, que tiene más moral que el Alcoyano, lo convenció de que, a medida que fuera comiendo, notaría el sabor tan especial de mi guiso. Obedeció el Médico y yo me apresuré a llenar su copa de vino. Al final se lo comió todo para asombro nuestro. Ni la Cotilla ni yo probamos bocado, lo único que hicimos fue guarrear en el plato. No nos apetecía aquella especie de cajón de sastre donde se juntaban verduras y huevos más la carne picada con bastante pimienta para disimular el color y el olor.

Menos mal que la ensaimada estaba riquísima y el chinchón acabó con cualquier rastro de mal sabor en la boca del Médico. Mientras tomábamos el café comentamos las aventuras de nuestros abuelos - ¿No te ha extrañado lo de la gamba gorda con dientes? Lástima que no la pudieran coger. Ahora podríamos estudiarla porque, seguro que se traba de un animal en vías de extinción. - Entonces, mejor que viva la vida a su aire en lugar de ser diseccionada. - Ya, pero... - ¡Deja la gamba y hablemos de otra cosas! - Tienes razón ¿Por que no te vienes a vivir conmigo a la Torre del Paseo Marítimo hasta que vuelvan los abuelos? - ¿Lo dices en serio?

La Cotilla frunció el ceño - ¿Y yo, qué? - ¿Qué de qué? (preguntó el Médico, extrañado) - Vivimos juntas. Y dónde va ella voy yo. Somos pareja de echo. - ¡No diga más tonterías y váyase a su casa! - Quién... ay... se va a ... ay, ay, ay... ir soy yo... pero al... hospital... ayayayayayayayayayay ¡Que malito estoyyyyyyyyyy! ... - Me asusté al ver su cara amarilla, las ojeras muy pronunciadas, la baba que le caía sobre la pechera de la camisa, el temblor de sus manos, el sudor frío que sacudía su cuerpo... Una piltrafa, vamos. - La comida... ayyyyyy... ¿llevaba hu...  hue... huevos? - ¡Claro! una docena, Era una comida contundente - Con los ojos desorbitados, la lengua colgando y los ojos girando alocados en sus órbitas, logró decir : - Llama... a una U... UCI móvil... aaaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyy ¡¡¡Soy aler... gi... co a los hu... hue.. huevos!!! - La Cotilla metió baza - Pues estos no pueden haberte echo daño porque ya hace dos semanas que caducaron. - El Médico se desmayó. - Si no se hubiera tomado tantas confianzas autoinvitándose, ahora estaría bien.


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