jueves, 23 de enero de 2014

Estoy encantada con la idea del Vaticano de nombrar a ocho nuevos exorcistas para  España. Ahora mismo voy a escribir una carta a Roma para que me manden uno en exclusiva. Es que vivo sin vivir en mí desde que sé que un asqueroso dragón se pasea por los rincones de mi casa. Estoy segura de que sigue todos mis pasos sin dejarse ver. Me tiene de los nervios. No dejo la escoba ni para ir al baño por si está allí.

Antes de sentarme a la mesa de la cocina a desayunar, miro debajo y de la silla también. Tengo los nervios tensos como cuerdas de violín y creo que a Pepe le pasa lo mismo porque ayer noche me pareció que se movía, cosa extraordinaria para una cabeza cortada.

He llamado a la abuela para venga unos días a casa hasta que demos con el dichoso bicho. Y se ha traído a Pascualita. En cuanto la ha metido en la pila bautismal, la sirena ha dado saltos mortales - "Lo que es la querencia de los animales. Mira que contenta está de volver a su antiguo hogar" - Pues imagínate si la llevásemos al mar. - Ya sabes que no puede ser... Es buena para mi asma. Ya me ha dicho la Cotilla que te hizo un "regalito" jajajajajajaja" - ¡Esa no pisa más en ésta casa!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿ya has encontrado al bicho? - "Jajajajajajaja ¡el bicho la encontrará a ella primero!" - ¡Fuera de aquí, bruja! - ¡Que cruz tienes con ésta nieta! Por lo menos te has ido lejos de ella pero yo, viviendo en la misma finca, tengo que aguantarla. Y encima es desagradecida. Ni las gracias me ha dado todavía por traerle un remedio contra los mosquitos. - "Sí, hija. Yo he quedado muy descansada aunque... también a mi marido hay que echarle de comer aparte"

De repente dí un grito - ¡Pepe se mueve! - "No puedes beber de buena mañana, niña... pero nosotras sí ¿verdad, Cotilla?" - Se fueron las dos a la salita mientras la cabeza jivarizada se acercaba al borde de la mesa. Pascualita, al ver a su amigo, saltó hacia él y puso cara de extrañeza viendo como se apartaba de ella ¡Y entonces vi la cola del dragón debajo de Pepe y grité con todas mis fuerzas. La sirena, que también la había visto, saltó a por ella y aterrizó en el suelo con el bicho colgando de su boca. - ¡Noooo! ... ¡Nooo!... ¡¡¡Noooooooooooooo!!! ¡¡¡Que ascooooooooooo!!! - Las dos amigas ni se inmutaron mientras se hacían confidencias pero Bedulio, que hacía su ronda por nuestra calle, subió corriendo, asustado. En cuanto le vi tuve que disimular - ¡Quiero un exsorcista! ¡¡¡Un exosrcista, por favoooooooooooooo!!! El abuelito se me ha aparecido en la campana de la cocina - ¿Cu... cúal? ¿el primero? (El Municipal temblaba de miedo) Afortunadamente, los fantasmas no entran dentro de mis competencias. - ¡Y se marchó! - Volví a la cocina. El rabo del dragón, como si fuese un spaguetti, se movía frenético en la boca ensangrentada de Pascualita... Ahora voy a beberme la media botella de chinchón que queda, a ver si así se me borra esa imagen.

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