martes, 14 de enero de 2014

Llevo unos días sin noticias de los abuelitos ¿Los habrán secuestrado los piratas? Espero que no pidan rescate porque no están los tiempos para regalar dinero y tendrían que quedarse con ellos.

El Médico está mejor, ya lo han puesto en un pasillo de la clínica porque las habitaciones (¡las que están abiertas!) están llenas. He ido a verlo. Al principio no me querían dejar pasar pero viendo el trasiego de gente que había allí, han considerado que no me atrevería a protagonizar otro ataque sexual. Y así ha sido, aunque lo mío me ha costado ya que estaba rodeada de hombres con barba de dos días y pinta de desvalidos.

Le he llevado un regalo que he comprado en la tienda del señor Li. Es una mona parlanchina, besucona y amorosa que le hará compañía mientras esté ingresado - Toma. Se llama Eva-Margalida. - El Médico no me quitaba ojo. Quise infundirle ánimo - ¡No muerde, hombre! Cógela (dije y se la tiré creyendo que la cogería al vuelo, pero no lo hizo y el muñeco se estrelló en su cara. - Al oír su grito, una enfermera vino hacia mí a paso de carga - ¡¡¡¿Otra vez, boba de Coria?!!! - Me quedé pasmada ¿cómo lo sabía? Luego pensé que, quizás ella también empleaba esa frase con frecuencia. - ¡Ooooooooooohhhhhhhhhh, que cosita taaaaaaaaaaaan duuuuuullce! - La mona me había salvado de ser expulsada nuevamente. - ¿Quisiste abusar de mí? (me preguntó el Médico a bocajarro) - ¿Yooooooooooooooooo? - Tengo un vago recuerdo... - Delirabas. - Pues me hacía ilusión. - ¿Cuándo algo te hace ilusión lo llenas de vómito apestoso? (me estaba enfadando) - ¡¿Vomité?! ¡Entonces es cierto que quisiste violarme! - ¡Calla o te doy dos guantazos! - Ay, sí, por favor. - ¡Que pesados sois los masoquistas!

Todo el mundo giró la cabeza al oír los gritos que daba una pareja que venía corriendo pasillo adelante - ¡¡¡Hijo mío ¿Qué te han hecho?!!! - ¡Eran los abuelitos! Embargada por la sorpresa, me acerqué a besarlos y a preguntar qué me habían traído, pero la abuela me rechazó. - "¿Qué le has dado de comer a mi pobre hijo?" - ¿Hijo? - No te enfades con ella, mamá (¿mamá?) He disfrutado tanto con mi sufrimiento. - ¡Por Dios, esto parece una telenovela colombiana!

- "Toma, cariño (dijo la abuela a su "hijo") bebe un poco de chinchón. Es mano de santo" - ¿Tú crees que será bueno? (pregunto, timidamente, mi abuelito. - "¿Crees que le daría algo malo a mi niño?" - ¿Quién os dijo que estábamos aquí? - "La Cotilla ¿quién va a ser?... Ah, sí. Y el señor Li... Y Conchi nos ha contado la que liásteis en El Funeral..." - Fue la Cotilla. - "Ya hablaremos tú y yo... Toma (me pasó el termo de los chinos) Llénalo de agua... ya sabes dónde" - ¿No querrás que vaya hasta el mar ahora? - "Pues sí, porque no hay para "ella" mejor agua que la del Mediterráneo" - y se dio media vuelta, ignorándome. Menos mal que el abuelito sí me besó.


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