jueves, 20 de febrero de 2014

Afortunadamente, el honor de mis abuelitos a quedado a salvo tras la intoxicación que sufrieron mis jefes en su casa. Han estado varios días ingresados en la UCI con un pie y medio en el Más Allá. Estuve muy preocupada porque si se morían, me quedaba sin trabajo. Además la abuela me daba la vara con la reputación. - "¿Te imaginas lo que dirán de nosotros en los periódicos y los telediarios del mundo entero?" - ¿Para ti, hasta dónde llega EL MUNDO ENTERO? ¿Desde Santurce a Bilbao? - "Ya verás cuando se muera Andresito, vendrán gentes de las cinco partes del mundo" - ¡Vaya! Será un gasto enorme para ti. - "¡Y que lo digas! Tendré que hacerme ropa y complementos de plumas negras que hacen muy elegante" - ¡Pobres cuervos! - "Y habrá que alojar a esas personas..." - En mi casa, no... a no ser que se lleven a la Cotilla. - "A ella no creo, pero tendrías que esconder a Pepe- Crisogono" - ¡¿Lo ves!? No quiero a nadie allí.

- "Tienes que conseguir que tus jefes no hablen de la cena en mi casa" - Como no les corte el cuello... - "Me da igual cómo lo hagas ¡Pero hazlo!" - Fui tantas veces al hospital que los familiares me dejaron pasar en cuanto estuvieron conscientes. Al verme intentaron sonreír y hablarme pero no pudieron. Al día siguiente la Cotilla me entregó un cuchillo afilado - Te lo manda tu abuela. Ha dicho que ya sabes tú para qué... ¿Lo sabes? ¿Vas a aprender a cocinar? Buena falta te hace porque ya estoy harta del comedor social... También me ha dado el termo de los chinos "para que lo uses en caso de necesidad" han sido sus palabras.

¡La inconsciente de la abuela le ha dado a Pascualita para que me la traiga! Por la tarde volví al hospital con la sirena colgada del cuello. Los enfermos estaban en planta y deseando verme... Ay, ay, ay... en cuanto entré en la habitación se deshicieron en alabanzas hacia mi (por interesarme tanto por ellos) y los abuelitos por la invitación a cenar... - Queremos que sepas que no tuvieron la culpa de la intoxicación (¿A, no?) - El jefe, compungido, dijo que la culpa era suya por haber cogido de mi escritorio los bombones que guardaba allí (¿Bombones? No recuerdo...) Se los llevó a casa y entre su mujer y él, se los comieron todos acompañados de cava... Según los médicos, estaban malos...-  Mi gula hizo que tú te salvaras..(lloriqueó). (¡Aaaaaaah, sí! Me los dio la Cotilla. A saber de dónde los sacó) - Cuando mi jefe terminó de hablar se le había secado la garganta y agarrando el termo de los chinos dijo: - ¡Dame agua! - Y despistada, se la di.

Los enfermeros corrian tras él por los pasillos del hospital, por los que iba dando alaridos, sangrando como un toro de lidia y dando unos saltos enormes. Menos mal que pude arrancarle a Pascualita del labio pero, con el tirón, la sirena se llevó un trocito entre los dientes de tiburón.

Su mujer ya está en casa pero el jefe sigue ingresado porque los médicos están interesados en averiguar qué clase de veneno es el que le produjo semejante reacción en la cara. Aún no han conseguido verle los ojos a causa de la hinchazón. Y ya se le ha insinuado un enfermero encaprichado de sus labios a lo Kim Bassinger.

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