lunes, 17 de febrero de 2014

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¡No te lo vas a creer! Levántate y te lo cuento mientras me preparas el desayuno - ¡Cotilla, no tiente a la suerte o el día menos pensado, saldrán nuestras fotos en la página de sucesos del Diario! - Huy, no! Cuanto menos publicidad se me de, mejor. Hay muchos curas que no tienen ni sentido del humor  ni de la caridad. - ¡Son las cinco de la madrugada! ¿le parece normal despertarme para decirme no sé qué? - No lo sabes porque aún no te lo he dicho... Estoy esperando el desayuno.

Se quedó a los pies de la cama, mirándome fijamente, hasta que mis nervios no pudieron más y salté de la cama ¡Mejor acabar cuanto antes! -  ¡Vamos a ver! ¿Qué es eso tan importante que tiene que decirme? - Espera que termine de comer, mujer, que es de mala educación hablar con la boca llena... - (Debí poner mala cara) - Vale... pues eso... ¡Que ha nevado en Arabia Saudí! - ¿? - ¡Que allí hace calor! ¡Que hay dromedarios! ¿Es que no te enteras? Hay, hija, que espesa estas. - ¿Cómo quiere que esté a esas horas?... ¿Y que pasa con los curas en Arabia Saudí? - ¿Allí hay curas? ... ¿seguro que no se llaman otra cosa? - ¡Y yo qué sé! La que ha hablado de curas es usted. - ¡Que cruz tengo contigo!

Sobre las ocho y media le he dado un ultimatúm a la vecina - ¡Largo de mi casa que tengo que ir a trabajar! - Siempre he pensado que ibas para diplomática... Yo me voy a limpiar cepillos. Los lunes voy más temprano para coger la recaudación del domingo... Es un trabajo complicado porque algunos curas ya se conocen el percal y cuando llego ya están limpios. No tienen ninguna consideración con una pobre jubilada. Incluso los hay que me persiguen ¿te lo puedes creer? - Pues sí. - Menos mal que durante toda mi vida he practicado carreras de fondo y quién tuvo retuvo. - ¿Me está diciendo que se ha pasado la vida corriendo delante de los guardias? - Me parece ofensivo que lo digas así pero... sí. Formábamos un buen equipo tu abuela y yo.

No quise saber nada más sobre los trapos sucios de la familia. Cuando volví a casa, la Cotilla ya me esperaba, viendo la televisión y con una copita de chinchón en la mano. - ¡Felicítame! Hoy comeremos gambas a la plancha. - ¿Ha cundido el trabajo? - Y gracias a la subida de la jubilación de la ministra y a la caja de gambas que he encontrado en el súpermercado. - ¿La ha robado? - ¡Nooooo! Estaba en el contenedor... ¿Qué pasa con esa cara? ¡Jesús, que melindres! ¿Comerás o no? - Pues claro que he comido...


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