lunes, 3 de marzo de 2014

¡Ay, que cansancioooooo! Tengo los pies hinchados como botijos de tanto bailar en el desfile de Carnaval... Encima me he quedado afónica y sorda porque me tocó ir junto a uno de los altavoces de la carroza. La abuela en cambio, se buscó el mejor lugar. Y se pavoneó delante de la gente que la jaleaba mientras se marcaba una samba sobre sus altos taconazos.

Estuve temiendo por ella hasta que me di cuenta que, esta vez, en el termo de los chinos llevaba chinchón en vez de a Pascualita. No paró de darle tientos así que no pasó frío en todo el desfile... Claro que eso me dio que pensar: ¿dónde estaba la sirena? Andresito bailaba a su lado y acabó renqueante el pobre y apenas pudo subir la cuesta de Jaime III. Era todo volantes el hombre. Y la Cotilla, que a saber de dónde había sacado el traje, bailaba como si fuera un zulú. Que poco oído musical tiene ésta mujer.

Cuando llegamos al final nos apostamos en la acera para ver el resto del desfile. La abuela estaba animadísima y no era para menos porque Geooooooorge, como buen servidor, nos había seguido con un impresionante abrigo de visón colgado del brazo para ella. - ¿Y yo? (pregunté aguantándome un estornudo) - "¿No has ido de rebajas? Hay que ser previsora, boba de Coria" - Yo quiero uno como el tuyo. - "¿Un visón? No te preocupes que mañana tendrás uno ¡Y deja de darme la tabarra! Si tienes frío, salta.

Una marea verde, muy animada bailando sin parar, rodeaba una carroza con un enorme embudo y el lema ¡CRIDA! fue muy aplaudida y jaleada. Y mientras nos movíamos al ritmo de su música la abuela vio un guardia - "¡Mira que originales. Disfrazados de protección policial!" - ¿Seguro? Ahí hay otro... y allí otro más. Hay nos cuantos. - "¡Y serios como patatas! Muy metidos en su papel jajajajajaja" - Sin pensárselo dos veces corrió hacia el guardia que tenía más cerca y le gritó - ¡¡¡Guapo, macizo. Cuando termines te contrato de guardaespaldas o de guarda-lo-que-quieras!!!" - Andresito se puso celoso.

Por más que la abuela insistía no consiguió arrancarle una sonrisa al hombre - Déjalo estar que no es una máscara. Es de verdad. - "¡Qué va a ser de verdad, sosaina. Que cruz tengo contigo!" - El guardia, harto del acoso, le gritó - ¡Calle de una vez o la detengo! - Aquello fue el delirio para la abuela - "¡¡¡Eso, eso. Deténgame señor guardia!!! - Su aptitud agresiva fue el detonante de la tragedia. El se volvió con la intención de agarrarla del brazo y apartarla pero Pascualita no lo interpretó así y de entre los pliegues del volante de la minifalda de la abuela, donde estaba escondido el broche al que iba sujeta, saltó a la entrepierna del guardia e hincó los dientes en la parte más blanda que encontró.

Los gritos se mezclaron con la música de los altavoces y sus carreras desesperadas fueron jaleadas y aplaudidas por la gente. A mi me costó mucho cogerlo porque iba de acá para allá como un loco. Nos aplaudían a rabiar y los había que se doblaban de risa. Tuvimos un éxito impresionante. Menos mal que logré agarrar a Pascualita y arrancarla con un tirón seco. Los saltos del guardia se multiplicaron. Al llegar a la altura del jurado el público gritaba que éramos los campeones de la Rúa pero... nuestro gozo en un pozo porque se lo dieron a otros... pero nos faltó poco para ganar.  

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