jueves, 27 de marzo de 2014



Lo que no habla ahora la abuela (a causa de la hinchazón de los labios), lo habló antes con Andresito. Lo llamó desde el aeropuerto para contarle sus andanzas en Madrid y al pobre por poco le da un telele. Está preocupado por si alguien de su alcurnia se entera - ¡¿En qué posición me dejas delante de todos?! (le gritó) - "En posición de firmes, atontao ¿Quién se va a enterar si no me han sacado en la tele ni de refilón?"

Esta mañana, mientras la abuela dormitaba en la butaca le he pintado en los párpados unas pestañas larguísimas. Parecía una pepona y cada vez que la miraba se me saltaban las lágrimas de contener la risa. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Jopé! ¿Qué se ha hecho ésta? - Chissssst, A ver si la va a despertar, Cotilla... ¿Nos vamos de excursión? - ¿Las tres?.

A al abuela el plan le pareció bien, a pesar de que cuando se lo dije, aún estaba adormilada. Se puso el anorak y salimos con rumbo a Buñola donde esta la finca de Raixa. Al bajarse del coche tropezó con un bordillo y cayó patas arriba al suelo. Un extranjero que pasaba, cámara en mano, le hizo una foto pensando que era una jovencita pero cuando se quitó los bucles rubios de delante de la cara, el hombre huyó espantado.

Hemos sido la atracción de la mañana. Subimos y bajamos por senderos que llevan hasta lo alto de la montaña dando rodeos. Fotografiamos la gran escalinata romántica. Nos paramos ante el enorme estanque a contemplar el paisaje y las enormes truchas que lo habítan. Sentadas en el mirador,  la abuela abrió el termo de los chinos para que Pascualita diera un vistazo al panorama que nos rodeaba. No le prestamos atención porque solo teníamos ojos para tanta maravilla y, de repente saltó tras un abejorro que cruzó ante nosotras. Nos dimos cuenta al oir el ¡chaf! al entrar de cabeza en el agua ¡dulce!

Aquello es tan profundo que no se ve el fondo. Lo que sí vimos fue ver a las truchas pelearse por un exquisito bocado. Pascualita estaba perdida: No lo dudé y me tiré en plancha salpicando a varios excursionista que me pusieron a parir.

El agua estaba helada y no había rastro de la sirena. Me estaba congelando. A pesar de ello me acerqué al maremagnun de peces que saltaba sobre la superficie, me metí entre ellos dando manotazos y le arranqué de la boca a uno lo que parecía ser una sardina. Finalmente nos sacaron del agua y pese a la tiritona que tenía, tuve que hacerle el boca a boca a Pascualita.

Tengo una pulmonía triple, por lo menos. No paro de tiritar. Pascualita está fatal y con un color azulado- ahogado en la piel que le hace juego con las escamas de la cola. Y encima me han puesto una multa de 3.000 euros por gamberra. ¡Menudo días!

No hay comentarios:

Publicar un comentario