domingo, 20 de abril de 2014

Día de Pascua y yo solita en casa, cosa que se agradece pero es fiesta y se supone que hay que pasarla en familia. Por eso Pascualita, Pepe-Crisogono y yo, nos hemos reunido junto y encima, de la mesa de la cocina a desayunar de crespells con moscatel y colacao.

La sirena, que no le hace ascos a nada, abría la boca y engullía a velocidad de crucero hasta que se ha llenado, entonces se ha acordado de su amigo y cogiendo una miga se la ha puesto en la boca a Pepe, pero no la ha abierto y ella ha insistido, sin éxito, una y otra vez. La negativa a aceptar la comida que le daba de buen grado, ha enfurecido a la sirena y de repente, ha sacado los dientes de tiburón a pasear. Le he recriminado su actitud haciéndole ver que Pepe-Crisogono tiene la boca cosida, pero, que si quieres arroz, Catalina. Primero le ha dado un coletazo y después, lanzándose sobre él, le ha mordido por todo. Menos mal que el jibarizado no se queja, ni grita, ni nada porque sino ya tendría aquí al pesado del vecino de arriba. He tenido que usar el guante de acero para separarlos y meter a Pascualita en la pila bautismal a la que he añadido dos sobrecitos de tila para que se calmara.

Y cuando pensaba que había vuelto la tranquilidad, han llegado la abuela, Andresito, la Momia y Geoooooorge, (éste venía cargado de trastos) - "Hoy comeremos aquí. No quiero que se ensucie mi cocina" - Pues solo tengo sopa de sobre... y poca. - "Traemos de todo..." - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Os he visto entrar... ¿Así que traeis de todo? ¡Perfecto! ¿Qué comeremos? - "A Pascual" - La Cotilla palideció y perdió todo su aplomo - ¿Delante de Andresito? ¿Los de tu estatus no tenéis vergüenza?... Eso se hace en un dormitorio clandestino y no delante del marido... - "Que sabrás tú." y la abuela sonrió enigmáticamente.

Geoooorge se pasó la mañana encerrado en la cocina y desde la terraza, donde tomábamos el sol, le oíamos tararear en inglés. La Cotilla seguía pálida. No lograba reponerse y de vez en cuando, intentaba averiguar más cosas - ¿Solo comeréis a Pascual...? - "¿No comerás con nosotros?" - No lo tengo muy... claro aún.  - "Si no estás bien tómate una tacita de caldo hecha de verduras y los huesos de Pascual. Es muy sabrosa". - La Cotilla reprimió una arcada y palideció un poco más. - Esto es... es ilegal... - "¿Sí? Luego se lo preguntaré al Juez Castro que vendrá a tomar café y unos robiols. Ya verás como se querrá llevar un poco de asado. Le gusta mucho" - ¿De Pascual...?

Geoooorge había montado una mesa espectacular. Y cuando nos sentamos, la Cotilla volvió a preguntar - ¿Quién... quién lo ha... matado? - "¿A quién. A Pascual? Pues no lo sé. Nosotros solo ordenamos que lo hicieran" - Entonces ¡¿es verdad que está muerto?! Yo creía que antes hablabas de sexo. - "¡Pero que dices jajajajajajajajaja! ¿La has oído, Andresito? ¡Creía que yo tenía sexo con Pascual! jajajajajajaja - Ambos rieron de muy buena gana. - ¡Estáis locos! Matáis a tu amante y ahora os lo vais a comer ¡No, no, no. Ahora mismo llamo a Bedulio y os denuncio por asesinato! - "¿Has desayunado chinchón ésta mañana?"

A pesar de lo dicho, la vecina no se levantó de la mesa. Le podía la curiosidad pero no tocó la sopa y eso que estaba de rechupete. La Momia y Andresito repitieron. Y luego el mayordomo trajo a Pascual en una bandeja, rodado de patatas y verduras al horno. La Cotilla se desmayó. La abuela, que la conoce muy bien, le acercó la bandeja de la que emanaba un olor que levantaba a los muertos y, claro, se despertó - ¡¡¡Yo quiero Pascual, yo quiero Pascual!!! - gritó.

Sentados en la salita, mientras el abuelito y la abuelastra dormitaban y nosotras saboreábamos unas copitas de chinchón, la Cotilla nos confesó que no pensó que el Pascual que íbamos a comer fuera el cordero pascual, sino el amante secreto de la abuela. Apurando mi copa, le dije satisfecha - Cotilla, no es más tonta porque no se entrena. - Y me quedé tan a gusto.

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