jueves, 24 de abril de 2014

He vuelto a pagar los platos rotos de las dos amigas. A las cinco de la mañana he sido zarandeada y arrancada del más profundo de los sueños por mi "querida" vecina - ¡Despierta que tengo que hablar con alguien! - ¡Pues cómprese un loro y déjeme en paz, tía petarda! - No puedo dormir pensando en la mala pasada que me hizo tu abuela. - ¡Y a mí qué me cuenta! Vaya a decírselo a ella. - ¿A éstas horas? ¡Estás loca! ¿Crees que son horas para ir molestando a la gente? - Me lo dice o me lo cuenta... - Además, una señora no debe andar por las calles cuando ni siquiera las han puesto. - ¡Me tiene alucinada, Cotilla!

- Monta un negocio y no me lo dice. ¡A buenas horas iba yo a devolver el dinero de las ventas! - Pues con la policía al lado, ya me dirá usted. - ¡Pero si era Bedulio! Yo le digo Santa Rita, Santa Rita, lo que se da no se quita y ya está. - ¿Ya ha terminado de desahogarse? pues, hala, cada mochuelo a su olivo. - ¿Te ha devuelto los libros? - ¿Quién? (yo ya empezar a entrar, otra vez, en el mundo de los sueños) - ¡Tu abuela! - Siiiiiii.... están en unas cajas en el comedor... Lo malo es que todos están firmados por ella. - No te preocupes por eso que, en cuanto desayunemos, me los llevo y los vendo al peso. Así te quitaré trastos de en medio y me sacaré unos euros que buena falta me hacen porque con la miseria que me paga el Gobier... - ¡¡¡Ya vale con la retahíla y los llantos!!! ¡Déjeme dormir! - Bueno, pero los libros me los llevaré yo... Échate un poco para allá que de verte, me ha entrado sueño ¡que sosa eres, hija mía!

No hay comentarios:

Publicar un comentario