sábado, 19 de abril de 2014

Hoy la abuela se ha ido a su casa ¡por fin! He tenido a Pascualita vigilada para que no la atacarla otra vez y acabe quedándose en casa para siempre. Pero antes de irse y afectada por la muerte de Gabriel García Márquez, ha arramblado con los libros que tengo de él y de paso se ha llevado unos cuantos más - Espero que los devuelvas cuando los hayas leído. - "¡Que egoísta eres!" - ¡Los he pagado yo! - "¡Y yo te he cocinado durante mucho tiempo!" - ¿Qué tiene que ver la gimnasia con la magnesia? Son míos y los quiero. - "Pero si lo único que hacen aquí es coger polvo" - ¿Y qué? - Me miró entornando los ojos y soltó una risita -"A ti, con tal de que sea polvo, ya te va bien, eh jijijijijijijijiji ... Que hambre pasas a tus años" - ¡Abuela!

Geoooooorge, que ha venido a buscarla, a penas podía con tanto libro - ¡Los quiero de vuelta! (le grité a la abuela desde el balcón antes de que entrara en el rolls roice y me pareció ver... ¿un corte de mangas? No creo porque ahora tiene un status social alto... pero yo juraría que sí.

Para entretenerme he ido a dar un paseo por el mercado. No tenía ganas de comprar nada, sino de que me diera el aire y ver gente a mi al rededor. Cuando me he dado cuenta estaba delante de un puesto de flores. Y de repente una gran rosa ha llamado mi atención ¡la quiero, la quiero! he pensado y dicho y hecho, la he comprado. En cuanto el vendedor me la entregado, me he pinchado. Antes de salir del mercado me he pinchado tres veces más ¡jodío rosal!

Con mucho cuidado la he dejado en el suelo de la terraza para buscar un plato viejo sobre el que poner la maceta y al levantarlo ¡¡¡un dragón tan grande como el que mató San Jorge!!! Media hora me han durado
los temblores, mientras he ido a contárselo a Pascualita para desahogarme, luego he cogido a la sirena y a la cabeza jibarizada y me los he llevado a la terraza en plan amuletos de la suerte. Pero, en cuanto Pascualita a visto al dragón que, incomprensiblemente, seguía en su sitio, se ha tirado a por él, lo ha masticado y lo ha escupido. A todo esto yo estaba subida en lo alto de una silla temblando como un flan y con Pepe-Crisogono bien agarrado para que me defendiera.

Luego he pensado ¿por qué no se lo ha comido? ¡aaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyy! Solo de pensarlo me da repelús. El bicho estaba más momificado que Tutankamón. De todas maneras allí lo he dejado hasta que venga la Cotilla y lo barra. Después he seguido con la colocación del rosal y con los nervios que tenía he seguido pinchándome como si fuera un acerico. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¡Anda, un dragón! ¡anda, un rosal! ¿el dragón venía con él?jejejejejejejeje - ¡Cotilla, por favor, cállese ya! - Pascualita, que estaba escondida en mi escote, sintió curiosidad por aquella flor que se movía mecida por el viento y saltó, de repente, hacia ella sin que me diera tiempo a cogerla. Tuvo una experiencia horrible la pobre porque se cogió al tallo y se pinchó hasta en el paladar.

La Cotilla, que estaba barriendo al dragón, se giró en redondo al oír mi grito. - ¿Hay otro? ¡Quita que lo mato! y le arreó escobazos a diestro y siniestro hasta que del hermoso rosal solo quedaron trozos esparcidos por el suelo y de Pascualita... yo no encontraba nada. - No hace falta que busques al dragón, seguro que está hecho picadillo. - Yo seguía buscando, desesperadamente a la sirena, mientras lloraba a lágrima viva. - ¿No me digas que lloras por ese bicho? ¡No eres más tonta porque no te entrenas!

Pascualita había buscado refugio en una maceta pequeña, junto a Pepe-Crisogono. Menos mal que la encontré pero tuve que tomarme unas cuantas copas de chinchón para calmarme los nervios y por supuesto, la vecina no se quedó atrás. Media botella nos hemos metido entre pecho y espalda... Los nervios, claro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario